SEVILLA 22.2.2021 / Carlos Medina Almazán
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Joaquín Cruz Solís, uno de los restauradores más importantes de este país, ha fallecido en Madrid a los 91 años de edad. Nacido en Sevilla el 27 de enero de 1930, junto a sus hermanos Antonio y Raimundo y la esposa de este último, Isabel Poza, han sido los responsables de la restauración de las más importantes imágenes devocionales de Sevilla, entre las que destacan el Señor del Gran Poder o el Cristo del Cachorro.
Los hermanos Cruz Solís son una auténtica eminencia en el ámbito de la restauración a nivel nacional. Además de ser los impulsores de técnicas novedosas en este campo, también son los maestros de muchos de los restauradores actuales. De toda su trayectoria, destacan los trabajos desarrollados en el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales de Madrid (ICRBC), donde intervinieron, por ejemplo, a los Crucificados de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes o al Cristo de la Expiración de la Hermandad del Museo.
En cuanto a sus trabajos en Sevilla, destacan en el año 1973 la restauración al Cristo de la Expiración, el Cachorro, después del devastador incendio sucedido en su capilla. Así lo ha recordado la hermandad este domingo: “En 1973, Joaquín Cruz Solís, junto a su hermano Raimundo y Antonio, logró recuperar para nuestro patrimonio cofradiero y andaluz, y para nuestra Hermandad, nuestro Santísimo Cristo de la Expiración, tras el incendio que sufrió el templo ese mismo año.
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Sin duda, Joaquín Cruz Solís, así como sus hermanos Raimundo y Antonio, contribuyeron con su dedicación y trabajo a enriquecer el patrimonio artístico de nuestra Hermandad. En reconocimiento a su extraordinaria labor, que ha continuado a lo largo de estos años, le distinguió con el nombramiento de Hermano de Honor”.
Los hermanos Cruz Solís también restauraron el Señor del Gran Poder en dos ocasiones. La primera de ellas fue en 1983, cuando tuvieron que reparar la nefasta intervención llevada a cabo por Peláez del Espino. Como recuerda la hermandad en su web, “en esta restauración se recupera la integridad interna de la madera alterada en 1977 y se recoloca el tercer apoyo al Señor para evitar daños en las salidas procesionales”.
La segunda ocurrió en 2006. Esta vez fue Isabel Poza la que se encargó del trabajo sobre la cabeza del Señor, limpiando su policromía ante el progresivo ennegrecimiento que había presentado ésta en las últimas décadas.
La profesionalidad, la calidad y el empeño en sus trabajos, llevó a esta familia de restauradores a ganarse un enorme respeto y prestigio profesional en la ciudad, además de mucho afecto y cariño, lo que llevó a la rotulación de una plaza con sus nombres junto a la hoy basílica trianera.
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