SEVILLA 12.12.2020 / Jose Manuel García Bautista
La Historia de la Humanidad siempre estará plagada de personajes que han aportado algo que llena de Conocimiento o particularidades a una época, bien en el terreno de la literatura, la Ciencia o muchos otros.
Uno de los planos más trascendentes que se conocen dentro de las muchas disciplinas que encontramos en el Saber está la Alquimia y dentro de ello destacan los alquimistas en la Historia por su aportación o visión del mundo.
Nuestro primer protagonista destacado nació en 1205 en la ciudad de Larvigen a orillas del Danubio. Fue profesor de santo Tomás de Aquino y se le concede la autoría de varios grimorios para servirse de su reputación. De él se dice que aprendió a controlar la climatología, a transformar el plomo en oro e incluso que descubrió la piedra filosofal.
Alberto Magno tuvo una larga vida (para la época) falleciendo en 1280. Pertenecía la noble familia de los Bolestadt; pronto abrazaría los hábitos y entra en la orden dominica. De notable cultura y Saber era un firme defensor de la filosofía aristotélica. Profesor de las universidades europeas más prestigiosas como Pavía, Padua, Bolonia o Colonia.
Sin embargo sentía una especial fascinación por el Ocultismo y en especial por la Alquimia y la Astrología. Fue autor de “Los secretos del Gran Alberto” y “Los secretos del Pequeño Alberto”, apócrifos del siglo XVIII. Igualmente se dice que tenía un autómata o un Golem que lo ayudaba, viéndose como algo demoníaco. Además fue maestro de Tomás de Aquino (1225-1274) de quién se dice que fue iniciado por el propio Alberto El Grande.
Alberto Magno fue uno de los grandes alquimistas y mago del siglo XIII.
El Segundo de nuestros alquimistas destacados en la Historia es Christian Rosenkreuz, nacido en 1378, de alta cuna pero de bajos fondos, de muy joven ingresa en una orden monástica realizando a lo largo de su juventud diferentes viajes la zona de Oriente Próximo, donde tiene acceso -y estudio- todo lo relacionado con la mística y la sabiduría oriental.
Regresa a Alemania acompañado por tres monjes que la misma orden monástica a la que ante pertenecía. Todos se juramentan y con un voto secreto crean la Orden de la Rosacruz o Hermandad de la Rosa Cruz, que es presentada en tres manifiestos publicados a principios del siglo XVII.
De ese esos tres manifiestos se puede decir que se dividía en un primer documento conocido como “Fama Fraternitatis Rosae Crucis” que es hallado en 1614 en Kassel (Alemania), introduciendo al peregrino fundador como “Frater C.R.C.”; en 1615 tenemos “Confessio Fraternitatis”. Apenas un año después aparece “Die Hochzeit” (“Las bodas químicas” o “Las bodas alquímicas” de Christian Rosenkreuz) en el que se revela el nombre del fundador de la orden: Christian Rosenkreutz.
A su regreso a Alemania construye el templo conocido como “Sanctus Spiritus” o «La Casa del Espíritu Santo».
Las leyendas nos cuentan como su cuerpo incorrupto fue descubierto por un Hermano de la Orden más de un siglo después de su muerte cumpliéndose una profecía realizada por el propio Rosenkreutz. En el sarcófago del centro de la Cripta donde se halló su cuerpo escrita la leyenda:
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“JESUS MIHI OMNIA, NEQUAQUAM VACUUM, LIBERTAS EVANGELII, DEI INTACTA GLORIA, LEGIS JUGUM”, hablando de las convicciones cristianas del cuerpo que contenía. Igualmente se hallaba el interior de la Tierra, recordando el lema alquimista VITRIOL: Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem («Visita el Interior de la Tierra; Rectificando Encontrarás la Lápida Oculta».)
Para algunos estudiosos de Rosenkreutz, como Maurice Magre (1877–1941) escribió en “Los nuevos magos” (“Magiciens et Illuminés”), Christian Rosenkreuz habría sido el último descendiente de los Germelshausen, una familia alemana que floreció en el siglo XIII. Tenía un castillo en pleno bosque de Turingia, frontera de Hesse, y tendrían serias creencias cátaras.
Según la misma leyenda toda la familia habría sido ejecutada por el Landgrave Conrad de Turingia, sólo sobrevivió el hijo de cinco años de edad que habría encontrado refugio en un monasterio, y ahí enlazaría con la “Biografía” de Rosenkreutz.
Todo en la obra de Christian Rosenkreutz tiene un carácter misterioso, así en populares enciclopedias virtuales podemos leer sobre el simbolismo de los números en los manifiestos:
“La leyenda presentada en los manifiestos ha sido interpretada simbólicamente (como se hacía con todos los textos herméticos y alquímicos de aquellos tiempos). No indican directamente las fechas de nacimiento y fallecimiento de Christian Rosenkreuz, pero, en dos frases del segundo manifiesto, el año 1378 se presenta como el del nacimiento de «nuestro Padre Cristiano», y se afirma que vivió 106 años, lo que significaría que murió en 1484.
La fundación de la Orden puede suponerse, en los mismos términos, haber ocurrido en el año 1407. Sin embargo, estos números (y los años deducidos) no se interpretan de forma literal por muchos estudiosos del ocultismo, que consideran que son afirmaciones alegóricas y simbólicas para la comprensión de los iniciados.
La justificación de esto reside en los manifiestos en sí mismos: por una parte, los rosacruces adoptaron claramente a través de los manifiestos la tradición pitagórica de imaginarse los objetos e ideas en términos de relaciones numéricas, y, por otra, afirman directamente en el segundo manifiesto:
«Hablamos ante ti con parábolas, pero de buena gana te llevaremos a la correcta, simple, fácil e ingeniosa exposición, entendimiento, declaración y conocimiento de todos los secretos».
La naturaleza metafórica de estas leyendas confiere ambigüedad a los orígenes del rosacrucismo. Según creen los ocultistas, la apertura de la tumba de Rosenkreuz constituye un modo de referirse a los ciclos de la naturaleza y de los eventos cósmicos; y, también, a la apertura hacia nuevas posibilidades de la humanidad que resultaron en los avances del siglo XVI y principios del XVII. Similarmente, creen que la peregrinación de Rosenkreuz se refiere a los pasos de la transmutación de la Gran Obra”.
Los “rosacruces” o “rosacrucianos” estudiaban magia, sanaban a los enfermos (o lo intentaban) y crearon numerosos tradiciones místicas. Christian Rosenkreutz murió en 1484.
Alquimistas en la Historia, personajes que han trascendido y su legado es mucho mayor de lo que podemos pensar.
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