SEVILLA 12.9.2020 / Jose Manuel García Bautista
La llegada de los españoles a América se convirtió, en muy poco tiempo, en la caza de tesoros y oro de los indígenas y culturas precolombinas.
Juan Valverde era un soldado español que en el año 1590 recibió un magnífico regalo de su suegro, un jefe indio, se trata -nada más y nada menos- que de doce lingotes de oro con un valor de mercado de -hoy día- unos 12 millones de euros. Su peso y su pureza lo hacían inigualable.
El soldado, asustado, sabedor de la codicia de sus compañeros y mandos, decidió esconder aquel tesoro en el macizo Llangantani, en Ecuador;para en un futuro poderlo llevar a España cuando viajara hasta su tierra de origen.
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Pero un “secreto” como el que implicaba aquel tesoro era difícil de guardar y las autoridades pronto supieron de ello llamando al soldado que, bajo presión, tuvo que informar de donde estaba la cueva donde había escondido los lingotes.
Pero la selva progresa rápidamente y las señales que a él le sirvieron para orientarse, cuando escondió el tesoro, ya no eran más que un vestigio inexistente.
El tesoro no pudo ser hallado ya que era imposible localizarlo.
Con el paso del tiempo han sido muchos los que han querido buscar el tesoro de Valverde, pero fue el austriaco Thour de Koos quién finalmente la encontró.
Había invertido mucho tiempo y salud en localizarla, pero no iba a poder disfrutarlo. Guardó celosamente la ubicación de la misma cuando una pulmonía lo afectó gravemente acabando con su vida sin que pudiera comunicar a nadie el punto donde estaba la cueva.
Hoy día sigue siendo un legendario tesoro pendiente de un aventurero que tenga fuerzas, ganas y salud para hallarlo.