Virginia López, 20 Febrero.- La Torre de Don Fadrique, pese a estar incomprensiblemente cerrada – estuvo abierta hace 4 años- suele ser conocida por la inmensa mayoría de los sevillanos.
En una proporción menor, es conocida la Leyenda de la mancha de sangre en el Alcázar del Infante Don Fadrique.
Y sin duda, para los vecinos de la Macarena próximos a la Basílica, les es familiar la calle Don Fadrique.
¿Es el mismo personaje en un ejercicio hiperbólico de construir una torre, morir ensangrentado y fundar un hospital o más bien son 3 hombres distintos que comparten singular y desusado nombre?
Efectivamente, son tres los Fadriques que jalonan la Edad Media hispalense. Vamos a conocer cada uno de ellos por orden cronológico.
Nos encontramos en primer lugar con el Infante Don Fadrique (Guadalajara, 1223 – Burgos, 1277).
Como segundogénito del Rey Fernando III “El Santo” estaba destinado a la carrera militar y apenas pisaba nuestra ciudad pero muerto ya su padre, se enamoró de su segunda esposa, Juana de Ponthieu.
Aunque nada impedía a los dos jóvenes – ella le sacaba solo 3 años- casarse, le diferencia de estatus y sobre todo que ella no cumpliera el tiempo de luto, escandalizaron a la sociedad que le dio la espalda a ella cuando no acudieron a un banquete para celebrar su onomástica.
Cuenta la leyenda que ambos eran muy aficionados a la cetrería y que Fadrique le propuso cazar cerca del río.
Al mismo tiempo le propuso a su hermano el rey Alfonso X levantar una torre defensiva.
Pero su separación del río, a diferencia de la Torre del Oro, provocó la suspicacia cuando no la hilaridad del pueblo que achacó la construcción a que fuera el nido de amor de la pareja.
Finalmente ella decide romper con todo y marcharse a Francia.
El infante Fadrique fue acusado del “mal de los moros” (sodomía) y de conspirar contra su hermano el rey, el cuál lo mandó matar.
El segundo Fadrique (Sevilla 1333 – Sevilla 1358) guarda bastante similitud con el anterior, de ahí que se confundan.
Era hermanastro del rey Pedro el Cruel, por tanto era hermano de los Trastámaras, dinastía que acabaría reinando.
Destinado a la carrera eclesiástica contra su voluntad, participó en las luchas nobiliarias contra el rey, el cual recelaba aún más de él acusándole de haber mantenido amoríos con su esposa, Blanca de Francia.
Según la leyenda, el infante Don Fadrique fue matado en el Salón de los Azulejos de los Reales Alcázares (la sala que da la Sala de la Justicia de Alfonso IX), hay quien dice que el propio Pedro le asestó la puñalada mortal y la tradición recoge que una mancha rojiza de la sangre impregnó el mármol del suelo.
Sea sangre o sea óxido de la fuente, aún puede verse.
Y Fadrique Enríquez de Ribera (Sevilla 1476 – Sevilla 1539) cumplió la voluntad de su madre, la benefactora Catalina de Ribera de levantar un hospital para pobres que es el Hospital de las Cinco Llagas (también llamado de la Sangre), hoy Parlamento de Andalucía.
Es el que tiene una calle dedicada, que no puede tener mejor ubicación, la que corre junto al hospital y además es el antiguo camino real en dirección a Madrid, por donde Fadrique, VI Adelantado Mayor de Andalucía, salió y regresó de su peregrinación a Tierra Santa.
Un personaje que da para un libro por sus múltiples facetas, una de las cuales lo une a nuestra Semana Santa a través del humilladero que mandó levantar (se trata de la Cruz del Campo que está en Nervión); otra de las cuales lo une al patrimonio pues embelleció la casa familiar, el viejo Palacio de San Andrés, con mármoles renacentistas y esculturas romanas.
Dado que según la tradición la distancia entre la casa y la cruz era la misma que entre el palacio del gobernador romano Pilatos y el Monte Gólgota donde crucificaron a Jesús, el pueblo sevillano la renombró Casa de Pilatos.
Sevilla es el único lugar en el mundo católico que le tiene dedicada una plaza a dicho personaje de la Semana Santa.
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