MISTERIO

Enigmas y secretos de Teotihuacán

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SEVILLA 9.1.2021 / Jose Manuel García Bautista

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Estando en México, visitando junto a mi amigo José David Flores la basílica de la Virgen de Guadalupe surgió un tema de conversación subyugante. Conociéndome José David como me conoce sabe que captaría toda mi atención:

-¿Sabes Jose? Estar aquí en México D.F., no recorrer 50 kilometrillos de nada es un pecado…

-¿50 kilómetros? ¿Para qué?

Evidentemente tras mi respuesta-pregunta se escondía un enciclopédico desconocimiento, en parte originado por llevar muy planificado desde España aquellos lugares que tenía marcados como prioritarios, y reconozco que estuve más por la zona de Yucatán que en la capital, pero ya puesto insistí:

-¿Por que tenemos que ir a 50 kilómetros? Además mañana sale nuestro vuelo y esta tarde toca recoger.

-Recoger recogemos en 10 minutos, comemos algo y nos vamos.

Y sin saber como estaba en aquel coche alquilado camino de un lugar que el visitante de México D.F., jamás debe de dejar de visitar…

Es la “ciudad” de Teotihuacán, edificada siglos antes del nacimiento de Cristo, en concreto hacia el siglo III a.C., y cuyo interior albergó a casi 300000 personas… Cuando las ciudades europeas no llegaban ni a la décima parte…

Esta situada entre los municipios de San Juan de Teotihuacán y San Martín de las Pirámides al noreste de México, en las riberas del lago Texcoco. Tiene una superficie de aproximadamente 21 km2. Teotihuacan fue inscrita en como Patrimonio de la Humanidad en 1987 por la UNESCO. Rivalizó con la ciudad de Cuicuilco -que tiene la pirámide más antigua conocida de mesoamérica- pero la erupción del volcán Xitle hizo que quedara despoblada y Teotihuacán dominara su época.

Hacía el año 650 d.C., la ciudad de Teotihuacán se colapsó originando el Epiclásico mesoamericano. Se cree que fue por factores de orden social y climático. Ya en el siglo VIII alcanza ya el ocaso, quizás debido a una mala administración y al uso abusivo del entorno. Recientes estudios ponían de manifiesto que el encalado de las casas y pirámides desforestaban todo el entorno de estas ciudades, las continuas talas y quema para obtener la cal originó una “desertización” de la zona reduciendo los recursos, ello -con el tiempo- provocó una rebelión en masa, que destruyó la ciudad, con la caída de Teotihuacán otras ciudades como Monte Albán llegaron pronto al ocaso en un efecto dominó, como ocurrió con la civilización maya.

Teotihuacán significa “El lugar de los que siguen el camino de los dioses” y cuya mitología nos dice que allí nació el Sol y la Luna siendo estos el objeto de adoración / construcción de sus dos edificaciones principales: las pirámide del Sol y la pirámide de la Luna.

La leyenda recogida por el padre Sahagún de los mexicas nos dice: “Antes de que hubiese día, se reunieron los dioses en Teotihuacan y dijeron, ¿Quién alumbrará el mundo? Un dios rico (Tecuzitecatl), dijo yo tomo el cargo de alumbrar el mundo. ¿Quién será el otro?, y como nadie respondía, se lo ordenaron a otro dios que era pobre y buboso (Nanahuatzin). Después del nombramiento, los dos comenzaron a hacer penitencia y a elevar oraciones. El dios rico ofreció plumas valiosas de un ave que llamaban quetzal, pelotas de oro, piedras preciosas, coral e incienso de copal. El buboso (que se llamaba Nanauatzin), ofrecía cañas verdes, bolas de heno, espinas de maguey cubiertas con su sangre, y en lugar de copal, ofrecía las postillas de sus bubas. A la media noche se terminó la penitencia y comenzaron los oficios. Los dioses regalaron al dios rico un hermoso plumaje y una chaqueta de lienzo y al dios pobre, una estola de papel. Después encendieron fuego y ordenaron al dios rico que se metiera dentro. Pero tuvo miedo y se echó para atrás. Lo intentó de nuevo y volvió para atrás, así hasta cuatro veces. Entonces le tocó el turno a Nanauatzin que cerró los ojos y se metió en el fuego y ardió. Cuando el rico lo vio, le imitó. A continuación entró un águila, que también se quemó (por eso el águila tiene las plumas hoscas, color moreno muy oscuro o negrestinas, color negruzco); después entró un tigre que se chamuscó y quedó manchado de blanco y negro. Los dioses se sentaron entonces a esperar de qué parte saldría Nanauatzin; miraron hacia Oriente y vieron salir el Sol muy colorado; no le podían mirar y echaba rayos por todas partes. Volvieron a mirar hacia Oriente y vieron salir la Luna. Al principio los dos dioses resplandecían por igual, pero uno de los presentes arrojó un conejo a la cara del dios rico y de esa manera le disminuyó el resplandor. Todos se quedaron quietos sobre la tierra; después decidieron morir para dar de esa manera la vida al Sol y la Luna. Fue el Aire quien se encargó de matarlos y a continuación el Viento empezó a soplar y a mover, primero al Sol y más tarde a la Luna. Por eso sale el Sol durante el día y la Luna más tarde, por la noche”.

“Según la leyenda, sería en Teotihuacán donde los dioses habrían nacido. En este lugar donde el Sol y la Luna se elevaron hacia el cielo, como testimonian las dos pirámides que les consagraron. No es asombroso que todas las civilizaciones de la meseta mexicana dijeran descender de la civilización de Teotihuacán”.

La Pirámide del Sol es colosal, tiene 228 metros de base y llega a los 64 metros de altura, para llegar a lo más alto de ella hay que subir 248 escalones, invirtiendo en su construcción más de dos millones de ladrillos y empleando una mano de obra de 3000 obreros en 30 años de trabajo.

La Pirámide de la Luna tiene una base de 145 metros y una altura de 42 metros, en los más alto de ella se encontraba una estatua de 20 toneladas siendo curioso como esta pirámide es menor que la del Sol en virtud del tamaño e importancia del Sol frente a la Luna. Se estaba representando nuevamente el cielo y su cosmología en las edificaciones de Teotihuacán.

Las pirámides sobresalían de la copa de los árboles cercanos con majestuosidad y grandeza, dominaban la selva y su aspecto era soberbio: estaban recubiertas de cristal pulido que reflejaba la luz del Sol y cuya visión al visitante de la ciudad debía sobrecoger.

Pero además Teotihuacán está fragmentada en cuatro porciones como cuatro son los puntos cardinales, la vía principal es colosal, tiene más de tres kilómetros de largo en una perfecta recta por casi cincuenta metros de ancho, se llama la “Avenida de los Muertos”. Curiosamente -a estas alturas ya no existen las casualidades- está desviada 15º 30´ hacía el este, y nuevamente no fue un error sino que fue totalmente intencionado…, debido a esta desviación se “orienta” hacía la constelación de “Las Pleyades”… La misma hacía la que se orientan otros monumentos pre-colombinos de Sur y Centroamérica… Eso en dirección Sur… Pero en dirección Norte ¡una nueva sorpresa! Está orientado hacía la estrella Sirio. ¡Sorprendente! Parece que es una pauta que se repite en todas las civilizaciones del mundo, pese a que la Historia nos dice que nos estuvieron “oficialmente” conectados, si parece que están en contacto íntimo a través de sus “dioses” encarnando a las estrellas…

La importancia de Sirio en el mundo antiguo es capital, para egipcios, orientales, culturas pre-colombinas, etc… Pero es que Las Pléyades eran llamadas “la siete hermanas” y son siete estrellas cercanas entre si que dominan una parte de nuestra bóveda celeste. El conocimiento astronómico es impresionante y queda plasmado en esta “ciudad hecha a medida de los dioses”. Se atribuye a los antiguos aztecas pero en vista de los conocimientos y de las orientaciones astronómicas podrían ser mucho más tempranas…

En esta “Avenida de los Muertos” o “Calzada de los Muertos” está el grueso de los edificios más importantes destinados a templos, palacios y casas de personajes de altura: la Casa del Sacerdote, el palacio de Quetzalpapalotl (Quetzalmariposa), el palacio de los Jaguares, la estructura de las caracolas emplumadas, el templo de Quetzalcóatl, la ciudadela y otras edificaciones.

Pero hay más… Se cree que en función de las alineaciones astronómicas podría datar de quince siglos antes de nuestra Era… ¿Habrían sido los antiguos Olmecas?

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En Teotihuacán también encontramos el Palacio de Quetzalpapalotl al que llaman yiuturry (quetzal, pluma, mariposa). De este palacio dicen las guías: “Está al oeste de la Plaza de la Pirámide de la Luna. Es quizás el edificio más lujoso de la ciudad y uno de los más importantes. Fue la residencia de un personaje notable e influyente. Está ampliamente decorado con murales muy bien conservados, sobre todo el color rojo que era el preferido de aquella civilización. Las partes bajas del edificio conservan el color original. Tiene un patio, llamado de los Jaguares; éstos están decorados con bellos bajorrelieves. Hacia la parte central puede verse la representación del dios Quetzalpapalotl con los símbolos que le relacionan con el agua. Este palacio muestra un buen ejemplo de lo que debieron de ser los decorados teotihuacanos”.

El Templo de Quetzalcóatl no está a demasiada distancia, se descubrió en 1920 y estaba soterrado por una pirámide de paredes lisas, sin ningún tipo de ornamentación. Su construcción se debe a los Toltecas por orden del rey Mitl hacía el siglo VIII d.C., destaca su decoración a base de cabezas e ídolos divinos como Tládoc o Quetzalcóatl (la serpiente emplumada… ¿un dragón?). En otro tiempo se le llamó como el “Templo de la Rana” destacando una finísima rana de esmeraldas que fue “requisada” por los españoles durante la conquista, la rana que era la a anunciadora de la regeneradora lluvia. Todo ello según las crónicas de Ixtlilxóchitl quién nos cuenta como al este de Texcoco había una montaña llamada “Monte de Tláloc” donde se erigía la figura del dios Tlácoc tallada en lava de color blanco, no era una leyenda, era una realidad… Se encontró en el siglo XX y hoy se ubica en la entrada del Museo Nacional de antropología… Y un nuevo misterio: pesa 300 toneladas… ¿Como se la subió a aquel monte?

Pero además en la Pirámide del Sol, en los pasadizos de la Cámara del Sol, hay un elemento inquietante: mica. ¿Mica? Si mica, utilizada sin saber bien el propósito pero que tiene un fin, hoy día, de aislante térmico y eléctrico, ¿por qué? Se desconoce, pero además es mica de Brasil, traída desde Brasil a México, mediando más de 3000 kilómetros y tiene más de 6 centímetros de espesor.

José David me miró al final de aquella tarde, cuando casi regresábamos al Distrito Federal y me dijo socarronamente tras una tarde intensa:

-¿Sorprendido?

Sólo acerté, vivamente impresionado, a decir:

-Muchísimo David.

Teotihuacán casi desapareció como lo hizo la Atlántida… De un día a otro, quizás en un periodo más acompasado pero a que la luz del Tiempo sólo es un grano de los muchos que contiene su inapelable reloj.

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