SEVILLA 16.8.2020 / Jose Manuel García Bautista
Los egipcios creían que Punt era la cuna de la Humanidad… Eran tierras lejanas que tenían una gran riqueza y que mantenía relaciones comerciales habituales con el país de las pirámides.
¿Dónde estaba Punt?
Se cree que en la costa africana al sur del mar Rojo pero todo son elucubraciones. Sin embargo si hay “documentos” que nos hablan de Punt. Así en la llamada “Piedra de Palermo” (V Dinastía egipcia) se relata una expedición a este misterioso país.
Pero bajo el reinado del faraón Sahura, en los anales del Imperio Antiguo, se llama “las terrazas del incienso” o “el país de Dios”.
En la XI Dinastía el faraón Mentuhotep III mandó a su mayordomo jefe Henenu capitanear una expedición dotada con más de tres mil hombres para abrir una ruta comercial con Punt.
Sesostris III deja constancia escrita de un viaje al hermético país para adquirir incienso…
Por tanto era un lugar conocido para los antiguos egipcios, con relaciones comerciales y cuyo destino final se desconoce.
Curiosamente hay investigadores, como Robert Charroux, que afirman que Punt podría estar relacionada con la tierra de México, siendo Quetzalcoalt una especie de jefe local.
Otros afirmar que Punt podría ser Ofir, pero las expediciones a las cercanías de Eritrea parecen indicar lo contrario.
Sin embargo hubo una reina que si se encargó de explorar y viajar a la tierra de Punt… Fue la reina Hatshepsut (1490-1468 a.C.). A ella se debe el relieve de Deir el Bahari que dice: “Contemplarlo es lo más grande del mundo”. Posteriormente diferentes textos, poemas y leyendas locales comienzan a escribir sobre tan intrigante y rico lugar. Pero además los egipcios traían de estas tierras lejanas productos de lujo como marfil, pieles o mirra a cambio de productos como vino, cerveza, carne, fruta.
Hatshepsut manda construir en Deir el Bahari un templo dedicado a Amón, por encargo y revelación divina de éste mismo a la reina en una especie de comunicación mística… Así fue construido un hermoso palacio, cubierto por mirra e incienso del país de Punt, todo un impacto visual.
Y los egipcios viajaron al país para recabar todo lo necesario para construir este templo así se nos deja constancia en el “Pórtico de Punt”, donde se representan cinco barcos con treinta remeros, que portaban la “llave de la vida” (Ankh) y el “Ojo de Horus”.
Esta expedición descendió por el Nilo hasta su delta, tomaron el canal de Wadi Tumilat y el mar Rojo… El viaje duraba varios meses (!) y se llegaba al país de Punt, en una ruta conocida. Allí fueron recibidos por el rey de Punt llamado Perehu. Además en el relieve se describen las vicisitudes hasta llegar a aquellas lejanas tierras.
Igualmente se describe a la reina de Punt como una persona bajita y deforme pero de gran hospitalidad. Se rinde culto a Amón-Ra. Establecidas las primeras conversaciones comienza el comercio con los puntsitas, embarcando marfil, oro, pieles, animales exóticos… Al final de aquellas expediciones realiza un banquete de grandes proporciones y una ofrenda a Hathor, soberana de Punt.
En la “Historia de Egipto” se dice: “… maderas aromáticas de la tierra del dios, montones de resina de los frescos árboles de la mirra, con ébano y marfil puro, con el oro verde de Emu, con árboles de cinamio, con incienso, cosméticos para los ojos, babuino, monos, perros, con pieles de pantera del sur, con nativos y sus hijos. Nunca ningún rey anterior desde el comienzo (de la historia de Egipto) había traído bienes tan espléndidos”.
El relieve cuenta como la reina recibe a la expedición y de la alegría de Amón al ver tantas ofrendas a base de incienso y mirra.
Luego Tutmosis III trataría de borrar la memoria de Hatshepsut apoderándose de todas sus construcciones y edificios, raspó su nombre y usurpó la gloria de sus obras civiles y faraónicas, pero pese a todo ello se supo de tan magnífica reina, de su grandeza y de su reinado, y sobre todo: de su estrecha relación con un reino más allá de la leyenda que se llamaba Punt.
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