Historia MISTERIO

Cuerpos incorruptos

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SEVILLA 5.1.20/Jose Manuel García Bautista

Uno de los fenómenos que más sorpresas y admiración causa es el de la aparición de cuerpos incorruptos aunque hayan trascurridos años, o siglos, luego de la defunción de la persona.

Para que sea considerado aún más sorprendente, paranormal casi, tiene que mediar que el cuerpo no hay sido tratado con técnicas de momificación o embalsamamiento, lo cual conferiría un carácter de explicable a una falta de putrefacción lógica que de otra forma es calificada hasta de milagrosa.

Estos son los denominados como cuerpos o cadáveres incorruptos, aquellos que sobrevivieron al paso del tiempo y para los cuales la Ciencia carece de toda explicación.

Si la persona en vida tuvo una dedicación devota y reconocida religiosidad se suele relacionar con la santidad y las buenas acciones realizadas por la misma siendo un punto característico para un posible estudio de su beatificación y posterior subida a los altares, suele estar, por tanto, vinculado a la religión y a los fenómenos religiosos más allá de cualquier otra consideración aunque la Ciencia muestre sus dudas de todo ello.

No estamos ante cuerpos momificados sino cuerpos que se encuentran en buen estado de conservación o cuya descomposición sólo ha sido parcial.

Así la vida de religiosos y religiosas ha motivado que muchos de ellos hagan milagros hasta después de muertos, pues el hecho de comprobar como uno de estos cuerpos se encuentra sin descomponer es un hecho casi inexplicable en sí.

La muerte provoca la lógica descomposición de la carne que, pasados sólo unas semanas después del óbito hace que sólo quede un vestigio material de la persona.

Es un proceso natural, un proceso de vida que es común en todos los seres humanos una vez llegado tan nefasto momento.

Se dice que es un cadáver está totalmente incorrupto cuando en el momento de encontrarse tiene las mismas propiedades que en el momento en el que se enterró, es decir: carece de signos de descomposición, la carne está elástica y con buen color, hasta puede llegar a distinguirse olor “a rosas”, olor a santidad que dicen los expertos.

A lo largo de la Historia se han ido encontrando seres humanos que tenían todas estas características, características que, en muchas ocasiones, les sirvió para abrir un proceso de beatificación y posterior santidad; como se desprende de todo ello dentro de un marco religioso.

Entre los más destacados de tenemos el caso de San Cuthbert de Lindisfarne, un religioso que murió al noroeste de Inglaterra hacia el siglo VII, en el año 687.

Su cadáver fue encontrado en el siglo XV y estaba incorrupto totalmente pese a que había pasado nueve siglos desde que fue sepultado. Todo un hecho inexplicable. No se tiene constancia que fuera enterrado habiendo sido sometido previamente a técnicas de embalsamamiento.

San Andrés Bobola vio como un grupo de cismáticos profanaron su tumba en 1922. Murió en 1657 en Polonia y en 1917 su cadáver fue encontrado incorrupto exponiéndose a los creyentes para que pudieran rezarle.

Un hecho documentado que causó consternación entre todos los asistentes. En la actualidad el cadáver del santo, incorrupto, se encuentra en la iglesia de Varsovia.

Catalina de Siena es otra de las figuras religiosas que debe acompañar todo lo que sea un análisis de ésta fenomenología pues su cadáver fue encontrado libre de toda descomposición.

Sobre ella se dio, en vida, el fenómeno de la estigmatización, aquel por el cual se reviven, en las carnes del creyente, los signos de la Pasión de Cristo.

La mujer pidió a Dios que no fueran visibles las heridas y que sólo quedara el dolor, hecho que se le concedió. Una vez murió en 1380 los estigmas volvieron a hacer acto de presencia. Fue en 1430 cuando el Papa autorizó la exhumación del cuerpo incorrupto y que fuera dividió para repartirlo como reliquias.

En el año 1855 se realizó la última ‘partición’ de su cuerpo, la curiosidad es que las partes estaban perfectamente conservadas y en un buen estado. Increíble.

Santa Bernardette de Lourdes falleció en 1879 con sólo 36 años de edad. Años después, en 1908, se abrió su ataúd y se comprobó, con perplejidad, como el cuerpo estaba en un perfecto estado de conservación pese a que hacía casi tres décadas que había muerto y sido enterrada.

De las descripciones médicas que se realizaron se narra cómo eran perceptibles aun el color azulado de sus venas en los brazos y que las uñas estaban intactas.

Años después, en 1919, se reabrió su féretro y su aspecto no había cambiado. Hoy día su piel tiene una capa de cera, para preservarlo mejor y ocultar el desgates del tiempo, conservándose en la capilla de las hermanas de Nevers, en Francia.

El punto devocional de Lourdes es, hoy día, uno de los más importantes centros de religiosidad y peregrinación –junto con Fátima, en Portugal- del mundo.

En otras religiones también se produce éste mismo fenómeno, es el caso del budismo. Encontramos en la figura del sacerdote Dashi-Dorzho Itigilov, un ejemplo de ello.

Murió en 1927 con 75 años de edad, en el momento antes de su muerte pidió a sus discípulos que durante 30 años fueran a visitar y contemplar su cuerpo.

En 1957 se exhumó el mismo y lo encontraron tal y como había muerto: en la posición del loto (con las piernas cruzadas). En 2002 se volvió a exhumar el cuerpo, por petición del lama Bimba Dorzhiyev encontrándolo en perfecto estado de conservación como refrendaron forenses y técnicos en criminología.

El lama Hambo Ajuscheyev decía: “Es el mayor milagro que he visto en mi vida. Esto demuestra que existen acontecimientos sobre lo que el tiempo no tiene ningún poder. Mucha gente no ve lo evidente, no lo quiere creen aunque lo vea”.

La innegable realidad de los cuerpos incorruptos más allá de las creencias o la fe.

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