Almería, 12 Septiembre.- El comandante Montero ha trasladado al jurado popular que en la investigación cada día “que pasaba era una losa de realidad”.
Ha destacado que fue “muy, muy, muy dura”, ya que, según ha subrayado, “nunca se llegó a plantear que fuera un homicidio“.
Siempre barajaban un “secuestro“.
“Fue muy intensa y creo que no hemos tenido un periodo tan prolongado de tiempo con días que no acababan nunca, turnos de 24 horas”.
“Fue muy, muy, muy duro, con mil informaciones de todo tipo que hemos tenido que analizar”.
“Si se hubiera planteado un homicidio desde el principio no se hubieran dedicado al caso tantísimos recursos“.
En esta línea, ha señalado que, desde un primer momento, se descartó que Gabriel se hubiese “perdido” y se planteó como una desaparición “muy grave” debido a su edad, ocho años.
“Quedaba patente que teníamos que barajar la posibilidad de un secuestro, por lo que a pocas investigaciones se les ha destinado tantos recursos”.
“Y destinando a los mejores especialistas en todas las tipologías necesarias”.
Ha descrito que “estábamos buscando una llamada, ese contacto con la que persona que pudiera tener retenido al niño”.
“Porque no había nada que nos dijera que estaba muerto”.
“Pero nunca llegó”, ha apuntillado.
Reitera, al igual que anteriores testificales, que fue tras la actuación de Ana Julia durante los días 2 y 3 de marzo cuando “nos focalizamos en ella”.
“La investigación fue ya por otro derroteros y nos parecía bastante raro que fuera ella la que animaba a la familia a solicitar más dinero”.
Los investigadores llegaron a pensar que, “además del hecho cometido, quería ganar un dinero”.
“Parecía macabro pero parecía también que iba por ahí la cosa aunque no tuviera ningún sentido”.
Sobre la reconstrucción de hechos ha confirmado que se trataba de un cortijo “muy aislado, donde nadie ve lo que puedas estar realizando”.
Y ha confirmado que la versión que dio entonces Ana Julia Quezada apuntaba a un homicidio accidental.
Tenía las manos “llenas de tierra”
Durante la jornada también han prestado declaración los agentes que realizaron el seguimiento y detención de la acusada.
En ese momento, según ha detallado el testigo, se apreció que Quezada “tenía tierra en las manos” y en la “sudadera” que portaba a consecuencia de haber desenterrado el cadáver.
“Lo primero que dijo cuando se le detuvo, cuando se le leyeron los derechos, dijo ‘muy bien’.”
“Pero a continuación cuando se fue a arrestar dijo ‘Ángel te quiero mucho, quiero a Gabriel y mi perro está dentro'”, ha explicado el agente.
Asimismo, junto con su compañero, ha descrito el reportaje fotográfico donde se la captó a 400 metros de distancia mientras sacaba el cadáver de la alberca, lo envolvía en una manta y lo introducía con dificultad en el maletero.
“El cuerpo se le escurre y es cuando lo vemos bien”, han señalado.
A partir de entonces es cuando la acusada inicio un itinerario “ilógico” hacia Vícar hasta que fue interceptada antes de que entrara en el garaje de la vivienda de Quezada.
“Se detiene el coche, se indica que pare el motor y entonces frena y se le indica que abra el maletero, con lo que se confirma que ahí está el niño”.
Los agentes han reiterado la ausencia de medicamentos en la vivienda de Vícar.
Y que en el coche apenas se encontraron cuatro blísters de diferentes tipos de tranquilizantes y una receta médica.
Del mismo modo, han ratificado la transcripción de las grabaciones captadas en el interior del vehículo de la acusada.
Estas, poco después de las 11,00 horas se decía a sí misma “Tengo que llevármelo de aquí” y “se autoconsolaba” diciéndose “tranquila Ana, no vas a ir a la cárcel”.
La acusación particular ha insistido en la posibilidad de que la encausada tratara de usar algún tipo de veneno.
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