SEVILLA 27.12.2020 / Jose Manuel García Bautista
Dentro de las profecías que, según adivinos y profetas, sucederán al mundo en un futuro (desde el momento que se considera futuro a lo venidero con respecto a la época en la que fue escrita) nos encontramos con las profecías del cristianismo, las profecías bíblicas, como la parte más destaca y trascendente de ese mundo tan sutil e indemostrado, a veces incluso casi efímero.
Entre el panteón de santos y beatos del mundo, de la fe religión cristiana, hay muchos que han tenido experiencias que podríamos decir de “acceso al futuro” e, incluso, plasmado en diferentes escrito que tienen su relativa importancia. De entre los profetas hay dos tipos de categorías, los llamados profetas mayores y lo profetas menores, una clasificación que atiende a la importancia que tienen estos.
Así entre los profetas mayores encontramos a Isaías o Jeremías, Ezequiel y Daniel. Entre los profetas menos nos encontramos a Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Mahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías, estos últimos (Hageo, Zacarías y Malaquías) llamado como “Profetas postexílicos”.
Igualmente podemos encontrar a los “Profetas Oradores” que serían aquellos que no escribían libros sino que sólo se limitaban a narrar al pueblo las excelencias de los sucesos venideros como bien pudieran ser Débora y Samuel o Jueces, Natán, Gad en la época del rey David, Ajías de Soló con Salomón, Semelas con Roboam, Miqueas Ben Yimás con Ajab o Elías y Eliseo en el siglo IX a.C.
También están los profetas escritores que, sobre el siglo VIII a.C. Destacan entre estos últimos Amós y Oseas en la zona israelí pero también Miqueas, Nahum, Sofonías, Jeremías y Habacuc en Judea.
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Ezequiel profetizó desde el Exilio y al regreso el mismo Ageo, Zacarías, Malaquías o Joel; en tiempos de los Macabeos lo hizo el profeta Daniel.
Las profecías bíblicas son amplias y suelen adaptarse a los tiempos en los que discurrieron, hace miles de años, quizás el mejor ejemplo de ello sea el Apocalipsis de San Juan.
Apocalipsis en el que se narran diferentes episodios. Una suerte de libro de revelaciones en las cuales se ha querido ver una especia de indicios del Juicio Final, del Fin del mundo y que serían exclusivamente de carácter profético. Así estaría llena de símbolos y eventos, procesos que para comprender se escapa de todo y se tiende a interpretar bajo una premisa casi de vaticinio del futuro.
El Apocalipsis es el escrito que más riqueza y cantidad de símbolos tienen en la Biblia, todo enmarcado dentro de las llamadas Revelaciones de Jesucristo o Libro de las Revelaciones. Se identifica al autor del libro de las revelaciones como Juan, desterrado a la isla de Patmos, en el Mar Egeo, al dar testimonio de Jesús.
Muchos han querido ver en el autor del libro a Juan “el Evangelista” y a otros textos del Nuevo Testamento, gran parte de lo cual se atribuye el libro al apóstol San Juan pero el Apocalipsis es de un autor del que sólo se conoce el nombre y no debe confundirse con el apóstol San Juan.
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