SEVILLA 28.3.2020 / Jose Manuel García Bautista
Cagliostro es el nombre de uno de esos personajes que pasará a la Historia del Ocultismo por méritos propios. Nació en Palermo, Sicilia (Italia), en el año 1743. Su esplendor alcanza su punto álgido en tiempos del rey Luis XVI y realizó proezas que asombraron en la época.
De Cagliostro se tiene documentada su existencia ya que en diversos informes sobre la Orden Rosacruz Masónica se habla de su figura como el impulsor de un rito particular, el rito Egipcio, así como un impulsor y renovador tanto de los Rosacruces como de la Masonería.
Fue Cagliostro quien impone la Shekinah, o altar triangular, en los templos rosacruces teniendo muy presente el modelo que utilizada el conde de Saint Germain en ‘La Santísima Trinosofía’.
No obstante había diferencias entre Saint Germain y Cagliostro, el primero era un excelso conocedor de la sabiduría y los simbolismos rosacrucianos y de la masonería, conocimiento que dejó en la codificación de los Grados en las denominadas como ‘Cámaras de Instrucción’.
Por su parte Cagliostro era más de llevar a la práctica las ideas, era una de las personas que gozaban de tener un alto estado de Iniciado dentro de la Orden Rosacruz y se encargaría de adaptar la ‘hermandad’ a los tiempos.
Cagliostro era uno de los Grandes Maestros que poco, o nada, tiene que ver con el personaje de Alejandro Dumas ‘Vida de Giuseppe Balsamo’ y menos aún con el personaje creado por el Santo Oficio o Inquisición para desprestigiar tanto a la Orden Rosacruz como al Gran Maestre.
No obstante se desconoce mucho acerca de la vida de Cagliostro, se sabe que fue hijo del Gran Maestre de la Orden de Malta, una persona llamada Melo, su maestro fue el rosacruciano Althotas, que le sirvió en el aprendizaje de la Iniciación Psíquica en la Gran Pirámide de Egipto, donde recibiría su Iluminación.
Fue un viajero impenitente e incansable, visitó desde lejanos lugares en Europa hasta Oriente y ganó fama como médico que curaba a los enfermos, sobre ello respondió en cierta ocasión:
“Siempre se debe avanzar, siempre se debe sembrar y dejar a los demás que recojan la cosecha”.
Cagliostro no hacía distinciones entre ricos o pobres, cultos o ignorantes, de cualquier nacionalidad:
“No soy de ninguna época y de ningún lugar, y más allá del espacio y del tiempo, mi ser espiritual vive su eterna existencia. Si me sumerjo en mi pensamiento remontándome en el curso de las edades, si extiendo mi espíritu hacia un modo de existencia alejado de aquel que percibís, me convierto en aquel que deseo ser.
Participando conscientemente del Ser Absoluto arreglo mi acción según el medio que me rodea. Mi nombre es aquel de mi función, pues soy libre; mi país, aquel donde fijo momentáneamente mis pasos.
Poned fecha de ayer si lo deseáis, rehusando acordaros de años vividos por ancestros que os fueron extraños, o del mañana, por orgullo ilusorio de una grandeza que jamás será vuestra, yo soy aquel que Es”.
Esta forma de ser le acarreó algún problema pues era conocida su generosidad y, según decía, era un enviado de la Gran Hermandad Blanca y debía servir para la transformación de la sociedad lo cual chocaba contra los intereses de la nobleza y clero que veían en su predicación un alto grado de rebeldía, tan peligrosa en aquellos tiempos revolucionarios.
Se le inició en el Rito de Swedenborg, Martinez de Pasqually lo introduce en la Orden de los Caballeros Elegido Cohen, siendo el Grado secreto de los Reau Croix. Igualmente tuvo estrechos lazos de amistad con Willermotz y Louis Claude de Saint Martin, siendo Gran Maestro del Rito Escocés, y Gran Maestro del Rito de los Filaletas, codificador y Gran Copto del Rito Egipcio.
Fue contemporáneo del Conde de Saint Germain llegando a conocerse ambos, del propio Cagliostro se dice que fue el maestro de un joven corso llamado Napoleón.
Cagliostro gustaba del refinamiento de la época y frecuentar palacios de nobleza y monarquía. En no pocas ocasiones sufrió las burlas de los aristócratas que lo veían como un farsante.
Quizás uno de los peores momentos los vive teniendo como protagonista al Cardenal de Rouhan y el supuesto collar de diamantes para la reina María Antonieta y que fue todo un escándalo que, se dice, precipitaron la Revolución Francesa. Por esta estafa fue llevado a prisión y aunque pudo escapar quiso quedarse en prisión y esperar al juicio para que la verdad se supiera.
Pero a Cagliostro comenzó a atacársele por su debilidad: su esposa Lorenza Feliciani, quien se la presionó –por la Inquisición- para que dijera que su marido era un representante del diablo y se tejió toda una campaña de desinformación con respecto a la figura de Giuseppe Balsamo.
En Italia fundó la Logia de Roma siendo delatado por el espía capuchino Francesco de San Maurizio al Santo Oficio que condujeron a Cagliostro a prisión.
Fue llevado al Castillo de Santangelo y, bajo tortura a su esposa, acusado de adorador del diablo y blasfemar contra el Señor. Se le llevó ataviado con ropas de penitente a la iglesia de Santa María y renegar de sus pecados.
Hecho esto no se le perdonó y se le condujo a la fortaleza de San Leo, de allí no debía salir con vida y ante la proximidad de los movimientos revolucionarios que se vivían en Francia, se le estranguló el 28 de agosto de 1.795.
Pero su leyenda es más grande que su historia y se dice que Cagliostro no murió, que el cadáver estrangulado de su celda era el de un monje y que él escapó para seguir con su inmortal obra.
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