Medio Ambiente

Un hongo está provocando extinciones masivas de anfibios

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MADRID, 29 Mar.

Una enfermedad micótica ha provocado dramáticos descensos de la población en más de 500 especies de anfibios, incluidas 90 extinciones, en los últimos 50 años.

La enfermedad, que devora la piel de los anfibios e impide la correcta regulación del agua y los electrolitos, generando un fallo cardiaco en estos animales, ha eliminado completamente a algunas especies, al tiempo que causa más muertes esporádicas entre otras.

El hallazgo, publicado en Science, es resultado de un estudio internacional liderado por la Universidad Nacional de Australia (ANU) y cuenta con la participación de investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC).

La enfermedad mortal, la quitridiomicosis, está presente en más de 60 países, y es causada por el hongo ‘Batrachochytrium dendrobatidis’. Según advierte el investigador principal, el doctor Ben Scheele, se trata de la mayor pérdida de biodiversidad asociada a una enfermedad en la historia del planeta.

“La enfermedad es causada por el hongo quitridio, que probablemente se originó en Asia, donde los anfibios locales parecen tener resistencia a la enfermedad”, afirma en un comunicado el doctor Scheele, de la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad en ANU. Dice que el número sin precedentes de caídas coloca al hongo quitrídico entre las especies invasoras más dañinas del mundo, similar a las ratas y los gatos en términos de la cantidad de especies que cada una de ellas pone en peligro.

“Las enfermedades de la fauna altamente virulentas, incluida la quitridiomicosis, contribuyen a la Sexta Extinción masiva de la Tierra –apunta Scheele–. La enfermedad que estudiamos ha causado extinciones masivas de anfibios en todo el mundo. Hemos perdido algunas especies realmente sorprendentes”. Scheele dice que más de 40 especies de ranas en Australia habían disminuido debido a la enfermedad fúngica durante los últimos 30 años, incluidas siete especies que se habían extinguido.

EFECTO “CATASTRÓFICO” EN SUDAMÉRICA

Con más de un tercio de las casi 8.000 especies conocidas de anfibios, las regiones tropicales de América constituyen la zona del mundo con mayor diversidad de esta clase de vertebrados, y es a la vez, la que más ha sufrido los efectos de la quitridiomicosis. Junto a América del Sur, las partes más afectadas del mundo de esta gran pérdida de anfibios son Australia y América Central.

“El efecto de la enfermedad en los Andes ha sido absolutamente catastrófico. Nuestros estudios ya habían revelado la posible extinción de varias especies y la disminución de muchas otras, sobre todo en los bosques andinos”, señala Ignacio de la Riva, investigador del CSIC en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y coautor del trabajo.

Un estudio previo, en el que participó De la Riva junto a Patricia Burrowes, investigadora de la Universidad de Puerto Rico, confirmaba que, aunque el ser humano es con seguridad el último responsable de la dispersión inicial de la enfermedad, las aves acuáticas podrían ser potenciales dispersores del hongo patógeno en estos ecosistemas complejos, lo que multiplicaría su efecto. “En este estudio internacional hemos reunido y analizado toda la evidencia acumulada en los últimos años para revelar la verdadera dimensión del problema a nivel global”, relata Burrowes.

GLOBALIZACIÓN Y COMERCIO DE ESPECIES SILVESTRES, PRINCIPALES CAUSAS

Según subraya el investigador, la globalización y el comercio de especies silvestres son las principales causas de esta pandemia mundial y permiten que continúe la propagación de la enfermedad. “Los humanos están moviendo plantas y animales alrededor del mundo a un ritmo cada vez más rápido, introduciendo patógenos en nuevas áreas”, advierte, apuntando que es necesario mejorar la regulación de la bioseguridad y el comercio de vida silvestre para prevenir más extinciones en el mundo.

El trabajo del equipo identificó que muchas especies aún corrían un alto riesgo de extinción en los próximos 10 a 20 años debido a la quitridiomicosis por las continuas disminuciones, según el experto.

“Saber qué especies están en riesgo puede ayudar a dirigir la investigación futura para desarrollar acciones de conservación para prevenir las extinciones”, subraya Scheele, apuntando que los programas de conservación en Australia habían prevenido la extinción de las especies de ranas y habían desarrollado nuevas técnicas de reintroducción para salvar algunas especies de anfibios.

“Es realmente difícil eliminar los hongos quitrídicos de un ecosistema; si está en un ecosistema, lamentablemente se queda allí. Esto se debe en parte a que la enfermedad no mata a algunas especies –explica–. Por un lado, es una suerte que algunas especies sean resistentes al hongo quitrídico; pero, por otro lado, significa que estas especies portan el hongo y actúan como un reservorio para él, por lo que hay una fuente constante del hongo en el medio ambiente”.

La co-investigadora, la doctora Claire Foster, que también pertenece a la Escuela Fenner de Medio Ambiente y Sociedad, dice que el estudio dirigido por la ANU involucró una estrecha colaboración con el profesor Frank Pasmans y el doctor Stefano Canessa, en la Universidad de Gante, Bélgica, junto con 38 expertos en enfermedades de anfibios y vida silvestre de todo el mundo.

“Estos colaboradores nos permitieron obtener información de primera mano sobre lo que ha estado sucediendo en el terreno en esos países”, concluye.

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