MISTERIO

Un hallazgo casual: las cuevas de Altamira

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SEVILLA 11.10.2019 / Jose Manuel García Bautista

Fue uno de los grandes descubrimientos del siglo XIX, uno de esos hallazgos que cambian la Historia y fue de la forma más fortuita, de la forma más casual.

Un cazador se encontraba de caza con su perro, el animal, curioso, se introdujo en una cueva que estaba parcialmente tapada por rocas que cerraban la entrada.

Aquella cueva llegó a oídos de un arqueólogo aficionado llamado Marcelino de Sautuola que se acercó al lugar a observar aquella maravilla natural.

No fue hasta 1879 cuando no encontró sus famosas pinturas rupestres y fue María de Sautuola, su hija pequeña, quién encontró la denominada “sala de las pinturas”.

Marcelino contempló con detenimiento aquella sala y comprendió que estaba más allá de lo que podía imaginar, comprendió que estaba ante un hallazgo que podría cambiar la Historia.

En 1880 se presenta el hallazgo a la comunidad científica internacional, pero curiosamente ésta no dio ningún valor al hallazgo.

Tendrían que pasar más de 20 años para que sus pinturas rupestres fueran valoradas, pero Marcelino de Sautuola murió en 1888 y no pudo ver reconocido internacionalmente aquel hallazgo.

Las cuevas de Altamira son hoy día un punto de referencia en el mundo de la arqueología y el arte rupestre.

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