Jaen MISTERIO

Sorpresas en Bélmez de la Moraleda

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JAÉN 23.11.2019 / Jose Manuel García Bautista

Cuando se comenzaron las obras para excavar con el fin de encontrar un causante geológico, lo que se encontraron fue algo muy diferente: cantidad de huesos en lo que parecía ser una fosa común, o bien un lugar de enterramiento, esto es, un cementerio antiguo y desconocido para los habitantes de ese momento.

Los más viejos del lugar recordaron entonces un hecho al que no prestaron más atención porque, después de las reformas en las calles, parece que no volvió a ocurrir; en épocas de lluvias torrenciales, y cuando en la localidad habían pocas casas, separadas por veredas en vez de asfalto, aparecían de vez en cuando restos óseos de procedencia desconocida.

Y parece ser que cuando se levantaron los cimientos de varias viviendas, también se encontraron estos restos, que fueron acallados por los constructores con la idea de evitar la paralización de las obras.

En cualquier caso, los antiguos moradores de aquel terreno tenían argumentos suficientes para lanzar sus silenciosos gritos, parece ser, en forma de caras que aparecían de momento en esta única vivienda de la localidad.

Lo curioso del caso, y que podría ser un argumento mayor que alimenta este fenómeno, es un detalle que pareció escapar desapercibido para algunos: durante las excavaciones, los restos que hacían “acto de presencia” correspondían a los cuerpos… pero no aparecían los cráneos.

¿Explica esto que en su mayoría aparecieran “caras”?

No, es cierto. No sólo aparecían caras, pero sí era la “visión” más peculiar del fenómeno. También aparecieron las teleplastias de cuerpos de niños (fetos), cabezas deformes y desproporcionadas…

La noticia era ya de tal magnitud que llegó a los oídos de un reportero que, por aquel entonces, trabajaba en un diario necesitado de noticias que aumentaran el número de lectores y, por tanto, las ventas: Diario Ideal de Granada.

Lo que imagino que no pensó este periodista era en la repercusión que la publicación de esta información tendría no sólo en la población local, sino en toda España extendiéndose fuera de nuestras fronteras, y siendo motivo de la solicitud de estudio profundo a las autoridades del lugar. Todo un acontecimiento social y científico aquí, en Andalucía.

Todo ello provocó sensaciones enfrentadas; por un lado había personas que, ante la gran cantidad de curiosos que deseaban ser testigos excepcionales del prodigio, se alegraban de ser su localidad un centro de atención turístico aunque el motivo fuera un fenómeno inexplicable.

Por otro, los amantes de la tranquilidad torcían el gesto cuando veían a forasteros deseosos del “morbo” que provocaban los extraños dibujos que aparecían en casa de María, amén de los problemas logísticos que todo ello generaba: mucha gente y pocos servicios que ofrecer en la pequeña localidad.

Un plan para frenar las caras

Las autoridades civiles y religiosas del lugar querían que aquel bochornoso espectáculo terminara de un plumazo, y para ello solicitaron la ayuda de un célebre filósofo y parapsicólogo de la época, conocedor como poco de los fenómenos extraños y que, esperaban, pudiera dar una explicación plausible para terminar con los rumores que calificaban de “fantasmal y sobrenatural” al fenómeno de las caras.

Por supuesto que esta experiencia que poseía el erudito, pensaban, sería suficiente para sacar a la luz el fraude que se escondía tras el fenómeno, dejando así al descubierto a sus ruborizados autores y acallando de una vez los acontecimientos para tranquilidad del pequeño pueblo y sus habitantes.

Terminarían, por tanto, con unos acontecimientos que calificaban como “bochornosos” y “de vergüenza”.

Pero el plan les salió mal, ya que en apariencia y tras realizar las pruebas pertinentes, el dictamen fue firme a la par que alarmante: no había fraude alguno en dicho fenómeno, al menos, en cuanto a su creación de forma artificial.

El propio y célebre parapsicólogo alemán Hans Bender certificó mediante la observación directa del fenómeno, así como de las pruebas realizadas para descartar el fraude, que estaba en presencia de un fenómeno sin precedentes en la humanidad, que no había duda ninguna de su paranormal procedencia.

Así que, aquellos que se frotaban las manos pensando en “despellejar públicamente” a los culpables en una andanada de comentarios despectivos y puestas en evidencia, vieron sus planes truncados por la realidad.

Ni que decir tiene que “a río revuelto, ganancia de pescadores”, ya que la prensa de la época encontró en este giro inesperado una oportunidad de multiplicar sus ventas a nivel nacional, pues estaban ante un fenómeno que despertaría la curiosidad de propios y extraños, algo que supondría tiradas y tiradas agotadas para conocer un hecho extraño certificado por científicos de renombre, los cuales no encontraron fraude posible.

Sería el seguimiento de una noticia que seguiría trascendiendo fronteras, y se hablaría así de los medios de comunicación nacionales casi en el mundo entero, aunque fuera a costa de plasmar un fenómeno antinatura.

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