SEVILLA 26.8.2019 / Jose Manuel García Bautista
Se dice de la Ouija, habitualmente, que es un juego, un tablero que sirve de contacto con entidades invisibles y que va más allá de cualquier razonamiento o planteamiento.
Sin embargo la ouija es algo más que un juego y encierra peligros que pueden llegar a afectar seriamente el equilibro psíquico de una persona sensible o que no esté preparada para afrontar el mal llamado juego de la ouija.
La ouija es un tablero que lleva escritos todas las letras del abecedario, los números y las palabras “Hola” y “adiós”.
A nivel contactista se nos ha dicho del tablero que sirve para contactar con los seres fallecidos, con los difuntos, con los muertos, ello dota al tablero de cierta dosis de aventura y terror.
Hay ouija muy elaboradas y otras de forma casera a base de trozos de papel y como master, o elemento señalador, una copa, de ahí que se le llame también como “juego del vaso”.
El 28 de Mayo de 1890 Elijah J. Bond es declarado su inventor y William H. A. Maupin y Charles W. Kennard como titulares.
Hay que tener en cuenta que el espiritismo surgió en 1848 en Estados Unidos y la “fiebre” espiritista inundó toda Europa.
Ya por la época eran usuales las denominadas “planchettes” o “tablas parlantes” para comunicarse con los espíritus que circulaban por Europa y América.
Hoy día la ouija es un tablero accesible, cualquiera puede comprar un tablero o construirse uno, pero nunca debe ponerse al alcance de personas muy sugestionables, con problemas mentales o niños.
Para unos el tablero sirve para contactar con los espíritus, para otros es sólo un juego y siempre mueve alguien el master, para otros es una curiosidad.
Sea como fuere la ouija debería ser tildado de juego pero juego para mayores y advirtiendo que se juega con la propia psicología de quién juega.
