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Redacción 15.5.2021.-
Dependiendo de a quién le preguntemos, en España se deberían pagar más o menos impuestos.
Unos, porque consideran que donde mejor está el dinero es en el bolsillo de los ciudadanos y en la caja de las empresas y otros, porque creen que el Estado tiene que responder a las necesidades sociales y, para ello, tiene que recaudar más dinero elevando la fiscalidad de todos con el objetivo de equipararnos con los países de la UE.
Sin embargo, no hay acuerdo en si en España se están pagando muchos impuestos o, por el contrario, somos un pseudo paraíso fiscal donde pagamos pocos impuestos.
Esta divergencia responde a una mala utilización de los datos y los indicadores comparativos que se tienen.
Y es que, cuando hablamos de impuestos, normalmente nos solemos referir a la presión fiscal para realizar comparaciones entre diferentes países.
Sin embargo, existe un indicador menos utilizado y conocido, llamado esfuerzo fiscal, que refleja mucho mejor cuál es el nivel de impuestos que pagan los ciudadanos.
Diferencias entre la presión fiscal y el esfuerzo fiscal
Así, mientras la presión fiscal se calcula como el porcentaje de la recaudación fiscal obtenida en relación al PIB nacional, expresado en tanto por ciento, el esfuerzo fiscal va mucho más allá, ya que relaciona la presión fiscal con el PIB per cápita.
La mayoría de expertos utilizan la presión fiscal cuando tienen que efectuar comparaciones entre países para determinar el nivel de impuestos que pagamos. Pero, ¿es correcto utilizar este indicador?
¿Cuál refleja mejor si pagamos muchos o pocos impuestos?
Sin embargo, la presión fiscal plantea problemas en su uso. Al referirse solo a la recaudación obtenida en porcentaje del PIB, puede no reflejar de manera conveniente una determinada subida o reducción en los impuestos.
Y es que no toda subida impositiva lleva aparejada un aumento de la recaudación, bien porque se reduzca la demanda de los productos o de la mano de obra o bien porque tal incremento produzca un aumento de la economía sumergida y, en cualquier caso, se trata de un término que está bastante alejado de los bolsillos de los contribuyentes.
Para paliar este problema, se utiliza la presión fiscal, pues se acerca mucho más a la realidad de los bolsillos de los contribuyentes. Pues bien, la diferencia entre uno y otro indicador es palmaria a la hora de determinar si España es un país en el que se pagan muchos o pocos impuestos.
¿Qué está pasando en España?
Así, mientras España es uno de los países de menor presión fiscal de toda la Eurozona, el esfuerzo fiscal se sitúa entre los más altos, incluso por encima de algunos países escandinavos.
Como hemos dicho, esta diferencia se explica, fundamentalmente, porque el sistema fiscal español no es capaz de recaudar más dinero cuando se producen subidas de impuestos.
De hecho, la baja recaudación tiene relación con el elevado esfuerzo fiscal, que inventiva a los agentes económicos a desarrollar su actividad en la economía sumergida en lugar de regularizar su situación ante Hacienda y la Seguridad Social. Sin duda, los altos impuestos que soportan los contribuyentes españoles no pueden explicarse por la presión fiscal y, por esta razón, es necesario utilizar otro indicador como el esfuerzo fiscal.
En este sentido, el esfuerzo fiscal realizado por los españoles es el quinto más gravoso de Europa (con un valor de 0,14 según datos del Instituto Juan de Mariana), solo por detrás de Portugal, Italia, Grecia y Francia y muy por delante de países con estados de bienestar plenamente consolidados como Dinamarca, Suecia, Finlandia u Holanda.