Opinión Sevilla Sociedad

NUNCA PASA NADA, HASTA QUE PASA

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Por Joaquín ARBIDE.

En Sevilla o nunca pasa nada o pasa todo a la vez.

Vamos a recordar los últimos días del pasado mes de mayo y los primeros  de junio, por la cantidad de eventos y circunstancias que en esas fechas se dieron cita.

Celebración de la Feria del Libro en la Plaza Nueva.
Los preparativos del Rocío.
Una ola de calor fuera de su sitio.
Emigración masiva a las playas.
Final de la Copa del Rey.
Los preparativos de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas.
Cortes de tráfico.
Alteraciones en los recorridos de los transportes públicos y privados. Amordazamiento y aislamiento del barrio de Triana.
Procesiones de las Cruces de Mayo.
Final de la Champion League.
Concierto de Alejandro Sanz en el campo del Betis.
Los ensayos de los aviones sobrevolando sevilla. (Ruidos más incómodos, evidentemente, para personas y animales en general y domésticos en particular, que los cohetes de las novenas y el Rocío juntos). 

Alguien llegó a decir, en clave de humor, que los tanques y los aviones estaban aquí porque Triana se había declarado República Independiente y que nos iban a aplicar el 155. (Por cierto. Que buen nombre para un bar nuevo).
-¿Vamos a tomar una copa al 155? 

Y van e instalan los militares un puente de barcas junto al de Triana. Me apresuro a ponerle un whatsapp a mi amigo Paco Pérez y le digo:
-¿Te gusta el puente de barcas que han montado los militares en el río?
Y me contesta:
-Ni pizca.

El sábado del desfile, quien ahora les escribe, tenía firma en la Feria del Libro, en la caseta de una librería de Triana que se llama “Entrelíneas”, que empezó su tímida andadura en un pasaje de San Jacinto, que luego dio el salto a la calle Evangelista y que ahora ya lo ha dado, con toda la valentía del mundo, a Sevilla, montando una sucursal en la calle O´Donnell.

Triana conquista Sevilla. Ejemplo de negocio familiar y trianero que se expande y desarrolla luchando y confiando en la cultura de los libros, cuando tantas librerías están cerrando, no solo en nuestra ciudad, sino en otros muchos lugares y que, además, lleva varios años acudiendo fielmente a la Feria de la Plaza Nueva.

 Volviendo al día uno de junio, mi firma era a las doce de la mañana. Crucé por el Puente de San Telmo milagrosamente a las once menos cuarto, aguantando una bulla, solo comparable a las más tupidas de la Semana Santa.

A la hora del desfile estábamos por la Feria cuatro locos, pero los locos de verdad, los locos por la literatura y los libros, los locos que no habíamos ido al desfile. Los otros locos, pasaban como lo que eran, pilotando aviones y helicópteros como en la película “Apocalipsis Now”. Solo faltó la presencia de Francis Ford Coppola, su director, para que le hubiera puesto al espectáculo un suntuoso fondo musical, como en el prolegómeno de su monumental y mítica película, cosa que no le habría venido de más a un espectáculo como este, que siempre es el mismo y, que si acaso se diferencian en algo es por el bicho que saca la Legión. 

Las pobres palomas de la plaza, acostumbradas a compartir espacio con los lectores, volaban en esta ocasión despavoridas a más velocidad que los mismísimos aviones buscando refugio en cualquier sitio. 

Pese a la invasión física y acústica, llegué a firmar algunos libros… No hay mal que por bien no venga…

A las tres de la tarde había que regresar a Triana. En ese momento solo había en las calles oleadas de gentes sin norte ni guía, saturados de tanques y soldados, cansados de niños llorones, todos sudorosos y muertos de sed. Ni autobuses, ni taxis y con cerca de cuarenta grados.

A “patitas”, Plaza Nueva, Méndez Núñez, Magdalena, Reyes Católicos, Puente, San Jacinto, Esperanza de Triana y Trabajo… Eso. Trabajo el mío. Me faltó la carrera oficial…

El desfile, decían en la tele cuando llegué a casa, había sido un éxito. Menos lo de la banderita.

Pero tuve fuerzas para mirar y remirar los bellísimos planos que una cámara nos ofrecía, desde lo más alto, del Paseo de Colón, la Torre del Oro, nuestro Río Guadalquivir y al fondo, la calle Betis y el Barrio de Triana…

Me arrellané en la butaca y mientras me refrescaba con una cervecita, no tuve más remedio que hacer alguna que otra reflexión.

Una: Que este era el escenario más bonito que jamás había tenido tal desfile.

Otra: Que el Paseo de la Castellana de Madrid y la Plaza de Colón son más feos que Triana.

Y una última: Que en Triana vivimos muy tranquilos, como lo hemos estado toda la vida, sin tanques, sin aviones y sin soldados. Y que con una experiencia de verdad, ya tuvimos bastante… 

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