SEVILLA 14.2.21 / Jose Manuel García Bautista
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Sucedió la noche del 9 al 10 de Julio de 1970, esa noche unos chicos que tenían por afición la fotografía decidieron ir al chalet que tenía la familia de uno de ellos en la costa, en Fuengirola. Hacía calor y llegaron sobre la una de la mañana.
Se estaban instalando cuando uno de aquellos jóvenes comento que en aquel lugar, hacía unos meses, se había observado un OVNI muy luminoso. El resto de los chicos no le prestó demasiada importancia al caso.
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Iban a estrenar sus nuevas máquinas fotográficas cuando dentro del chalet comenzaron a sentir una respiración muy profunda, se miraron y decidieron ir a mirar por si alguno les estaba gastando una broma o si alguien podía haber entrado a robar. Se armaron con diferentes utensilios de cocina, cogieron unas linternas y fueron a ver que era lo que originaba aquella respiración. Al llegar a la parte exterior del chalet y encender las linternas aquel sonido cesó…
Sobre las cinco de la madrugada uno de los jóvenes, Manuel Linares, despertó al molestarle unos ruidos extraños. Llamó a sus compañeros pues se escuchaba como una respiración jadeante y un silbido… Salieron tres de ellos al lugar de donde parecía provenir aquel sonido, fueron sigilosamente y descubrieron algo que les llenó de pavor y miedo: un ser más alto que el árbol, con dos fuentes de luz por ojos y con una especie de tocado negro que lo envolvía…
Los jóvenes salieron corriendo en busca de cuchillos y machetes pero al regresar aquel ser ya no estaba… Únicamente había un olor a azufre y una elevada temperatura en la zona.
Manuel Linares regresó a su habitación y “vi pasar por la entrada una sombra, ni muy despacio ni muy rápida; encendí la luz, traté de esconderme. La sombra –se oían unos ruidos como de respiración muy fuerte- pasó de largo”.
Los jóvenes se refugiaron en el chalet. De repente comenzaron a sentir pisadas en la azotea y fuertes golpes en las ventanas y puerta como si quisiera entrar en la vivienda…
Asustados cerraron la casa al cesar aquel misterioso incidente y regresaron a Sevilla. Los chicos contaron su experiencia a los investigadores Manuel Peyró, Emilio Linares, Inés Pérez, Ignacio Benvenuty, Ricardo Lineros y Manuel G. Ontivero, de la CIEFE, que se dedicaba al estudio de este tipo de fenómenos.
Curiosamente en aquel lugar, un año antes, aparecieron muchos animales muertos en un escaso número de días sin que se pudiera explicar satisfactoriamente sus muerte.