MISTERIO

Misterios en Torreblanca (1)

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SEVILLA 20.6.2020 / Jose Manuel García Bautista

En ocasiones, lo inexplicable asoma por nuestra vida como si de un soplo de viento helado, e inesperado, se tratase… Un algo incomprensible que un desafortunado día toca a sus víctimas para desconsuelo de sus vidas…Y en ocasiones ese soplo de viento cambia nuestra manera de percibir la propia existencia.

Esta historia comienza como muchas, con una llamada de teléfono a una hora intempestiva… Era un viernes gélido del mes de Enero en Sevilla, día 27 y faltaban dos días para la Luna Nueva. En aquella ocasión nos encontrábamos inmersos en otra apasionante investigación: realizando la ruta del curanderismo en Andalucía, y en concreto, en una población a las afueras de la capital del Guadalquivir. Era ya tarde y el goteo de clientela para aquella “curandera” había cesado, y el agotamiento comenzaba a hacer mella en nosotros… De repente sonó el móvil, era un número desconocido y dejamos que sonase mientras nuestro vehículo escudriñaba con sus luces la angosta carretera de Cantillana. Esperábamos que aquella llamada dejara registrado su mensaje y número en el teléfono, “quizás fuera algo importante” dijimos con cierta añoranza.

Pasaban las once de la noche y el teléfono dio el aviso de que un mensaje aguardaba impaciente a ser escuchado. Con atención pusimos el altavoz del teléfono y nos dispusimos a aguzar el oído. Era una voz de mujer, una voz entrecortada y algo alterada. Apenas podíamos apreciar algunas palabras inconexas: “Por favor… ¡ya no podemos más!… Tienen que ayudarnos… ¡por favor!”.

Decidimos dejar guardada esa llamada –el misterio se puede encontrar en cualquier sitio o te puede asaltar en cualquier sitio…- y dedicarle unas horas al abrazo de Morfeo. Pero una aquella quejumbrosa y agónica voz no dejaba de retumbar un nuestros oídos:” ¡Por favor…, por favor!”.

Pasaba ampliamente el umbral de las doce de la noche, y nos pusimos en contacto con aquella desesperada comunicante. Marcamos con ansiedad aquel teléfono y la misma mujer contestó al otro lado del hilo telefónico. Lejos de parecer más tranquila sus palabras se convirtieron en susurros y sus susurros en lágrimas de desesperación… Esperamos unos instantes hasta que la calma nos permitiese saber el fondo de aquel nerviosismo que, de alguna manera mimética, había traspasado los teléfonos y ya se había instalado en nosotros.

Aquella llamada desesperada era de una mujer llamada Encarnación Rodríguez, Encarni para todos aquellos que la conocen. Buscaba en nosotros una ayuda que no estábamos muy seguros de poder ofrecerle. Todo comenzó, y por lo que más tarde pudimos comprobar con nuestros propios ojos, en unos extraños e intensos fenómenos, unos hechos que no podían ser menos que calificados como más allá de la razón, atribuible a un inmueble encantado o producto de una fuerte actividad poltergeist. Pese a nuestro cansancio e incredulidad se puede decir que pudo más el afán detectivesco y la curiosidad que la fatiga propia del que lleva muchas horas investigando sin descanso. Así decidimos telefonear al investigador, y periodista sevillano, Sergio Moreno para que me acompañase a lo que iba a ser una inolvidable visita más allá de todo lo explicable…

Crónica de una investigación: una noche difícil de olvidar

Primera noche:

Entramos en aquella casa, el frío intenso era palpable y las caras atemorizadas de sus moradores nos hicieron estremecernos en principio para posteriormente agudizar los sentidos.

El núcleo familiar lo componían nuestra protagonista: Encarni, de unos 38 años de edad, aunque con una apariencia de ser mayo; Antonio, 48 años, ex alcohólico y de noble carácter; Alberto, de 14 años, el hijo mayor de la familia, con problemas sociales y familiares; y Ana, de 7 años, la pequeña, una niña que vivía totalmente atemorizada en “La casa del terror” como ella la llamaba…

Nuestra visión de aquel inmueble era dantesca: las paredes estaban repletas de manchas enormes, entre las cuales pudimos distinguir huevos rotos y tomates estampados con una virulencia aplastante, en el salón también había un evidente desorden junto a cascos de albañiles…

Enseguida comprendimos de qué trataba aquel juego macabro en el que acabábamos de entrar. No transcurrió demasiado tiempo mientras entrevistábamos al cabeza de familia cuando una taza de blanca porcelana salió disparada desde la cocina a gran velocidad rozando la cabeza del investigador Jordi Fernández y finalizando su forzado “vuelo” contra el cristal de la puerta que da a la calle. Dejando su marca y su sonoridad en ella…

Asustados, preguntamos que había sido eso y la contestación fue: “¡Otra vez está aquí!” y, en ese mismo instante, comenzaron a salir disparados todo tipo de objetos impulsados por unas manos invisibles procedentes de aquella cocina del horror… Eran objetos de cocina, típicos, hortalizas, huevos y verduras. Uno de los huevos que salían a toda velocidad impactó en el rostro de la madre en una imagen tan impactante que nuestras retinas tardarán mucho tiempo en olvidar. Sergio Moreno salió corriendo hacia el epicentro de aquella tormenta de objetos y de repente todo se detuvo.

Pasados unos instantes tensos y tras un breve análisis de la situación, nos miramos a la cara y comprendimos que aquello era sobrenatural -a priori- y muy difícil de explicar racionalmente. Todos intentamos tranquilizarnos y decidimos en ese instante abrir de nuevo nuestro archivador para dar paso a este nuevo caso: el Poltergeist de Torreblanca, caso 83; Etapa 3ª. Investigación abierta.

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