SEVILLA 7.4.2021 / Jose Manuel García Bautista
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La aparición de casi un centenar de esferas gelatinosas en los fondos marinos ha sorprendido a muchos buzos a lo largo de más de tres décadas. Científicos del mundo siempre han tratado de conocer el origen de estos enormes objetos, pero siempre se ha quedado como un gran misterio para la humanidad. Ahora, un nuevo estudio, publicado ya en la revista Scientifc Reports, ha podido desentrañar lo desconocido.
Estas esferas son sacos de huevos de un molusco marino llamado Illex coindetii. Un tipo de molusco que, en España, se conoce bajo el nombre de ‘porta’ o ‘lula’, una especie de calamares. Su descubrimiento fue posible gracias a la colaboración ciudadana, así como al ADN que pudieron analizar del tejido de estos huevos. Se encontraron en el mar Mediterráneo, además de en las costas cercanas a Noruega, y miden más de un metro de diámetro -además de ser casi traslúcidas, con una raya oscura atravesando el centro, pero que no dejaba ver su interior-.
Varios buzos recolectaron muestras de ADN
Hace ya un par de años, Halldis Ringvold, gerente de la organización de zoología marina Sea Snack Norway, lanzó una campaña con la intención de llamar la atención de los ciudadanos, en especial, a los buzos. En este proyecto, pedía que a todo aquel que pudiera bucear cerca de las costas de Noruega, recolectara pequeñas muestras de tejido de estas esferas, para poder analizarlas. Ya en 2019, varios buzos se hicieron con hasta cuatro muestras distintas del tejido de los huevos gigante, recogidas en botellas de plástico y almacenadas en frigoríficos domésticos.
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El estudio, que asegura que no se dañó ninguna de estas esferas, reveló que se trataban de grandes bolsas con cientos de huevos en su interior de I. coindetii, una especie de molusco que se conoce desde hace más de 180 años. De hecho, saben que es común encontrarlos en el mar Mediterráneo, así como en ambos lados del océano Atlántico. Son calamares de aleta corta del sur, con diez tentáculos, carnívoros y muy voraces, con un crecimiento acelerado. En España se conocen como ‘pota’ y no viven más de un año, de hecho, mueren al desovar.
El interior de las esferas
En el mismo estudio, los científicos pudieron ver qué se encontraba en el interior de estos huevos. Los expertos aseguran que se mostraban “embriones de calamar en cuatro etapas diferentes”. “Además, pudimos seguir cómo la esfera realmente cambia de consistencia, de firme y transparente a ruptura y opaca, a medida que se desarrollan los embriones”, comentaba Ringvold. Los huevos están formados de una sustancia gelatinosa que les permite flotar entre la superficie y el fondo marino, manteniendo los embriones a salvo de sus depredadores.
En cuanto a la extraña banda oscura que se ha podido apreciar en las diferentes esferas, los investigadores apuntan a un río de tinta que la hembra deja tras fertilizar los óvulos.
“Las esferas con o sin tinta pueden señalar el grado de madurez de los embriones. Así, las que presentan una raya más acentuada son las de más reciente creación. Después de un tiempo, cuando los huevos comienzan a desarrollarse, toda la esfera, incluida la veta, comenzará a desintegrarse”, plantean los expertos, dejando sobre la mesa otra hipótesis: podría ser también un mecanismo de camuflaje.