Historia MISTERIO

Magia y misterio en el oasis egipcio de Siwa

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SEVILLA 19.12.2019 / Jose Manuel García Bautista

Es un lugar mágico que captó incluso la atención de todo un conquistador como Alejandro Magno, extraño, misterioso, apartado, un milagro de la vida en medio del desierto. Así es Siwa, el oasis de Siwa.

Los localizamos a unos 50 kilómetros de la frontera con Libia y a más de 500 kilómetros de la capital, de El Cairo; está entre la depresión de Qattara y el denominado como Mar de Arena Egipcio que no es más que una prolongación del desierto libio.

Mide aproximadamente 80 kilómetros de longitud por 20 kilómetros de anchura; lo pueblan unos 20000 habitantes cuyo idioma es el bereber, el tamazight o el tasiwit, dedicándose al cultivo de la aceituna y los dátiles. Es un lugar apartado, aislado y una visita a Siwa hace cambiar, en muchas ocasiones, la percepción del mundo.

Siwa significa “tierra de palmeras”, en egipcio era Sekht-am. Se datan los asentamientos en el mismo sobre el X milenio a.C. aunque los contactos con el Antiguo Egipto son durante la Dinastía XXVI de Egipto, de la que se dispone una necrópolis.

Los pobladores de Siwa tuvieron contacto con los griegos de Cirene sobre el siglo VII a.C., pero sobre todo de Siwa era conocido su oráculo –el cual cita Herodoto- dedicado al dios Amón, posteriormente Zeus Amón.

Era un lugar tan especial que hacia el 331 a.C. el propio Alejandro Magno se desplazo hacia este lugar para confirmar su divinidad con el oráculo y ser nombrado así legítimo faraón –dios viviente- de tierras egipcias y comenzar así su conquista de Persia.

Alejandro Magno era todo un habitual de este tipo de lugares, ya en Grecia visitó Delfos, otro de los lugares mágicos por su oráculo.

Cuenta la leyenda, de la mano de Herodoto, que el rey persa Cambises II, hacia el 524 a.C. envío un ejército de 50000 soldados para destruir el oasis.

Los habitantes de Siwa temían el feroz ataque persa pero este jamás se produce, los miembros de aquel numeroso ejército desaparecieron en las arenas del desierto.

Con el Imperio Romano el oasis se utilizó como lugar de destierro dada su soledad en medio de la nada.

En Siwa podemos encontrar las ruinas del Templo del Oráculo cerca de las ruinas de Aghurmi. También encontramos la denominada como “Montaña de los Muertos” que es una necrópolis romana así como una terma que recibe el nombre de “Baño de Cleopatra”.

En Siwa se encuentra la huella humana fosilizada datada en más de un millón de años de antigüedad. Para el arqueólogo Zahi Hawass se trataba la huella más antigua del mundo, se halló en el año 2007.

Una misión arqueológica del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto analizó las muestras tomadas de plantas fosilizadas del mismo estrato dando origen a la increíble datación que hacen de Siwa una de las cunas de la humanidad, tal vez el vestigio de un pasado en el que el desierto de libia era un suntuoso vergel.

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