Se quejaban de la repercusión mediática del caso.
Y bromeaban con el brote de listeriosis.
Redacción, 11 Noviembre.- Las intervenciones telefónicas son sin duda un elemento relevante de muchas investigaciones policiales, a veces incluso son la base que sirve para acreditar los indicios criminales.
En el caso del brote de listeriosis detectados en los productos comercializados por la empresa sevillana Magrudis, la Guardia Civil mantuvo pinchados durante 21 días, entre el 4 y el 25 de septiembre, los teléfonos del dueño de Magrudis, José Antonio Marín Ponce, y de su hijo Sandro José.
Y también fue intervenido aunque posteriormente el móvil del comercial Federico Rodríguez, también investigado en la causa.
A través de esas escuchas, los investigadores pudieron corroborar cómo el propietario conocía desde el mes de febrero el contagio.
Y, sin embargo, lo ocultó durante seis meses a las Administraciones Públicas.
Hasta que finalmente en agosto se decretó la alerta sanitaria por un brote que, no puede olvidarse, ha causado la muerte de tres personas y siete abortos.
En esas conversaciones telefónicas, los principales investigados se quejan además de la “persecución periodística” y hablan de las “medidas de seguridad” que deben adoptar.
No sólo por el seguimiento de la prensa, sino por las posibles intervenciones telefónicas.
Llegando en alguna ocasión a comentar entre ellos que no deben hablar mucho por teléfono.
Pero además, las escuchas revelan cómo en diversas ocasiones bromean sobre el brote de listeriosis que han ocasionado, llegando a jactarse de haber provocado la “mayor intoxicación de listeria en España.
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[…] Los pinchazos telefónicos corroboran que el dueño de Magrudis ocultó el positivo en listeria […]