SEVILLA 6.12.2020 / Jose Manuel García Bautista
El ser humano siempre buscó dos cosas, material e inmaterial, dos secretos reservados a sólo unos pocos que, con el paso del tiempo se ha tornado casi en un imposible, la primera de ellas es la riqueza y la segunda la inmortalidad. Para ello no dudo en buscar minas perdidas y legendarias o la fuente de la eterna juventud, tan quimérica como legendaria.
Pero en esa búsqueda de lo imposible el ser humano, en la Ciencia que conocía, también trató de alcanzar algunas de esas metas. La Alquimia sería un medio por el cual se practicó la busqueda de la riqueza, de la transmutación de los metales, de hacer del plomo o de metales no nobles otros de gran riqueza, transformarlos en oro. Pero ese no sería el fin de la Alquimia, la Alquimia buscaría algo más que la riqueza o el oro, buscaría el Conocimiento, el Saber, la llamada “Piedra Filosofal”.
Dentro de la Alquimia podríamos encontrar diferentes ramas. Una de ellas es la Alquimia china de la cual hay mucho hermetismo y que recoge toda una herencia cultural sin ifual. También está la Alquimia Occidental que se ubicó, con el tiempo, en zonas como Egipto, Grecia y Roma, o la practicada en los países de ámbito musulmán o en Europa.
Para encontrar los orígenes de la Alquimia lo deberíamos hacer en el Antiguo Egipto donde misticismo y metalurgia se unen a otras ramas como la Medicina o la Magia, estando siempre en poder de la casta sacerdotal, algunos historiadores de lo heterodoxo afirman que el faraón Keops fue el primer alquimista y la primera persona que realizó un tratado de Alquimia.
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La Alquimia egipcia se ha conocido principalmente por las fuentes griegas aunque muchas de ellas provienen de fuentes islámicas y otras traducciones merced a que bajo el poder del emperador Diocelciano se ordenó la quema de libros de Alquimia tras la revuelta de Alejandría del año 292 d.C.
Sobre su fundador se dice que fue el dios Tot o Hermes-Tot, también llamado Hermes Trimegisto, el “Tres veces grande” de los griegos. Cuenta la leyenda que escribió los Libros del Saber, cuarenta y dos libros, donde se incluían todas las partes del conocimiento incluida la Alquimia. Hermes tenía cómo símbolo el caduceo, la vara con las dos serpientes, todo un símbolo en la actualidad.
Igualmente se dispone de la Tabla Hermética o Tabla de Esmeralda de Hermes Trimegisto, sólo conocida por las diferentes traducciones que nos han llegado de fuentes helenísticas o árabes y que es, según los expertos, la base de la filosofía hermética.
La Tabla Esmeralda esconde secretos como la verdad hermética que encierra “todo lo que está abajo es como lo que está arriba y todo lo que está arriba es como lo que está abajo”, igualmente el acertijo de la Tabla Esmeralda dicen que alude a la destilación de oxígeno a partir del salitre “fue llevado en el vientre por el viento”.
Son algunos de los conceptos básicos de la Alquimia que nos hace ver que ha estado presente, de forma práctica o filosófica, desde el principio de los tiempos.
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