Historia

Los crímenes del ‘Lobo feroz’

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SEVILLA 5.7.2020 / Jose Manuel García Bautista

En la calle Luciente se encontraba ubicado un mesón llamado “El lobo feroz”, allí su propietario, Santiago San José Pardo, tendría lugar una de las páginas negras más sádicas de este país.

Santiago solía contratar los servicios de una prostituta en la calle Cruz y en la trastienda del mesón comenzaban los juegos por el amor pagado. Aquel día de Agosto de 1987 María Luisa Verla se comenzó a denudar cuando el propietario cogió un cuchillo jamonero y apuñaló por la espalda a la prostituta.

No sabía que hacer y llevó el cuerpo de la desafortunada al sótano… Allí lo dejó varios días hasta que bajó de nuevo, lavó el cuerpo y lo envolvió en bolsas de plástico, tras ello lo tapó con diferentes restos que hacían inadvertible el cadáver…

Un lugar llamado “El lobo feroz”

El 12 de Octubre Santiago San José repitió sus actos sangriento con otra prostituta a la que no se la identifica. El 23 de Diciembre del mismo año otra prostituta, Araceli Fernández, sufrió la acción de este asesino, la mujer asustada comenzó a gritar y los vecinos llamaron a la policía que se personó en el mesón.

El propietario adujo que había tratado de robarle y, debido a la actividad “laboral” de la chica, creyeron al asesino.

Santiago San José decidió traspasar, un par de años después, el local y el 23 de Octubre de 1989 unos obreros que trabajaban en la reforma encuentran emparedados los restos de las dos prostitutas. Parecía claro que el propietario del local estaba íntimamente relacionado con los homicidios.

Se detuvo a Santiago que dijo no recordar nada de lo sucedido, aunque sería el forense José Antonio García Andrade quién le dictamina “amnesia procesal”, es decir: que sólo recordaba aquello que no podía perjudicarle. Algo muy conveniente…, para él.

En 1984 se le diagnosticó esquizofrenia paranoide, durante el juicio el forense dijo: “el procesado tiene una sexualidad pobre, de aprendizaje escaso, deteriorada”.

Esa fue la cusa de la crueldad y el sadismo que atenazaban a Santiago San José y que sumado todo lo llevó a sufrir una pena de dos delitos de asesinato, uno de asesinato frustrado e inhumación ilegal con enajenación mental. La pena a la que fue castigado fue de 72 años y cuatro meses más una indemnización a la familia de las víctimas de María Luisa Varela y Araceli Fernández.

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