SEVILLA 7.2.2020 / Jose Manuel García Bautista
Entre la leyenda y la realidad se encuentra un caso que pocos son los sevillanos que no lo conocen pues, desde hace décadas, se habla de una extraña presencia en el viejo edificio del Instituto Británico de Sevilla.
Para saber de él y de lo que sucede en su interior sólo tenemos que ir a libros de leyendas y tradiciones de la ciudad para informarnos aunque el boca a boca funciona bien y, de forma aproximada, cualquiera nos lo puede contar.
Por si lo desconoce le llevo a una calle en casi plena Judería sevillana, se trata de la calle Federico Rubio, próxima a la Facultad de Relaciones Laborales en Madre de Dios, hoy CICUS de la Universidad de Sevilla, y a la iglesia de San Nicolás de Bari, un sector que tiene mucha Historia oculta y desconocida de Sevilla.
Ahí se enclava este lugar donde antaño se encontraba el Consulado de Australia y una placa en la que se puede leer: “Instituto Británico”. La historia no es mía ni mucho menos, ya se contaba hasta en épocas en la que yo era un niño pero que ha tenido un amplio calado en la población.
Se trata de un edificio vetusto en cuya planta baja, en una escorzo extraño que hace de pasillo encontramos, al final del mismo, un patio. En ese patio una zona de arcos y una solemne escalera alicatada a media altura de azulejos y un retablo con la imagen de la Virgen María. Aquí es donde debemos quedarnos para saber que ocurre y el posible origen de estas apariciones espectrales que, los testigos, afirman haber vivido.
Son las “Damas de Blanco” un tipo de ente del que se dice que no pretende nada salvo hacer un recorrido cíclico y atemporal que le recuerda algo de su vida pasada, es como si fuera un tipo de proyección u holograma singular que tiene como escenario un lugar determinado por alguna singularidad que se dio en el mismo. Esta explicación se debe a que testigos oculares de lo que se manifiesta en el interior del centro han narrado como han visto por la balconada a una dama que pasea por ella y que, en ocasiones, lleva un candelabro en las manos, como si fuera el registro de una vida que ya no existe pero que dejó una profunda huella.
La “Dama de Blanco” del Instituto Británico, además sería una suerte de manifestación evanescente –a decir de los testigos-. El punto álgido lo encuentra en la zona de las escaleras donde baja y, finalmente, desaparece. Quién la ha visto ha caído presa del miedo pues no es para menos vivir algo así en primera persona pasando de ser una leyenda a una realidad.
De su presencia mucho se ha hablado, hasta de su identidad, pero es algo que jamás se podrá saber salvo con una investigación de marcado carácter histórico y hasta para resolver si hay algo de paranormal tras ello, aunque la presencia de ese espectro ya marca toda una línea de actuación.
Pero a todo ello se debe sumar el testimonio, más bien el relato importante, del que fue un peso pesado dentro del centro como lo fue J. Edward Thomas quién escribió el 23 de marzo de 1969 un artículo sobre todo lo que sucede el edificio en las páginas del The Miami Herald, en Estados Unidos, así contaba en su narración como diferentes profesores, docentes, que había tenido diferentes encuentros que no podían explicar desde un punto racional que resultaba “inexplicable” y “sobrenatural”, textualmente.
Dentro de los testimonios que pudo recabar casi todos tenían un elemento común y que era la observación de una mujer que iba ataviada con traje de época, del siglo pasado, y que no reparaba en la “presencia de los seres humanos, vivos, que estaban allí mismo”, hacia un recorrido cíclico y bajaba las escaleras por donde desaparecía.
Según las personas que trabajaron allí hace décadas encontramos que la aparición desaparecería en la zona en la que existía una puerta que daba acceso a la capilla, hoy tapiada e inexistente, pero en la gran mayoría de ocasiones sólo desaparecía al bajar las escaleras.
Recurrimos nuevamente al J. Edward Thomas para tratar de explicar a qué se podría deber la naturaleza de la aparición, así sería el espíritu de una mujer que él identificaba con la señora Fernández Murube. Al parecer esta mujer, en un momento de desesperación, se habría quitado la vida en una fecha dentro del primer tercio del siglo XX.
Lo curioso es que en el año 1972 se efectuaron en el centro diferentes pruebas de un carácter parapsicológico e investigación paranormal que desarrolló José González Chaves logrando grabar lo que se podría denominar como psicofonías, las voces del más allá, como un contemporáneo a mítico profesor Germán de Argumosa.
Igualmente, dentro del terreno de la leyenda, se cuenta como se acometieron unas obras de acondicionamiento dentro del edificio, en el transcurso de las mismas se encontraron, tras la escalera, la misma por donde se ve bajar a la aparición, los restos humanos de lo que se identificó como una mujer que habría sido allí enterrada o emparedada, lo cual podría ser el desencadenante de los fenómenos que actualmente se describen dentro y que son, por si solos, de tipo paranormal.
A modo de rumor se indicaba que junto a los huesos de la dama, joven de edad, apareció un candelabro de metal, de bronce, que parecía como si fuera el mudo testigo con el que iluminar la aciaga vida que tuvo.
El caso del Instituto Británico, su leyenda, es hoy parte de muchas paradas de tours de este tipo que se realizan en la ciudad, si bien es cierto que muchos exageran una historia heterodoxa que, de por sí, no merece ningún tipo de licencia de los modernos guías y narradores pues tiene todos los ingredientes para identificar en ella todo lo necesario que se busca en lo que se denomina como una casa encantada y que en la “Judería”, en pleno “Horno de las Brujas”, encontramos hoy.
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