SEVILLA 12.10.2019 / Jose Manuel García Bautista
Tras una larga travesía en una embarcación con “La Pinta” el tiempo, el hambre, la sensación de estrechez, la claustrofobia y la ansiedad comenzaba a hacer estragos en la tripulación.
Tres embarcaciones se hicieron a la mar: “La Pinta”, “La Niña” y la “Santa María”, al mando de ellas Cristobal Colón y los “Pinzones”.
Se había ofrecido una recompensa para aquel que primero viera tierra y aquella noche de 142, desde el puesto de vigía, Rodrigo de Triana gritaba: “¡¡¡Tierra, tierra!”.
“Debían ser las Indias” pensaron todos y los nervios se apoderaron de los marineros que poco tiempo después estaban entonando una “Salve” como agradecimiento.
No eran las Indias, ni Cipango, era América, era el Descubrimiento, habían hecho más Historia de lo que creían.
Los Reyes Católicos prometieron la nada desdeñable cifra de 10.000 maravedíes al primero que divisara “tierra”.
Rodrigo de Triana fue ese hombre, el merecedor de ese premio, pero jamás vio una sola moneda del mismo. Los reyes no cumplieron su palabra.
Como tampoco vio el jubón de seda prometido por el Almirante, tampoco cumplió su promesa.
Pero Rodrigo de Triana no se llamaba así, su nombre real era Juan Rodríguez bermejo y era de Los Molinos, no de Triana, pero a la Historia ha pasado así.
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