Historia MISTERIO

La particular filosofía de madame Blavatski

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SEVILLA 29.3.2020 / Jose Manuel García Bautista

“No hay religión más elevada que la verdad”. Si había algo que Helena Petrovna Blavatski tenía claro, era esto. Su camino no fue fácil, más aún teniendo en cuenta el papel y el puesto social que ocupaba la mujer en su época.

Aún así, sus teorías, su aportación al mundo del esoterismo, brilló con luz fuerte y clara a nivel casi mundial. Aunque tal vez estemos comenzando por el final de la historia.

Nacida Helena von Hahn, vino al mundo en Ekaterinoslav, actualmente llamada Dnipropetrovsk y perteneciente a Ucrania, en la media noche del 31 al 31 de Julio de 1831, hija de Peter Hahn, coronel del ejército alemán establecido en Rusia, y Yelena von Hahn, hija de una familia de la nobleza del país.

Quizá de ambos heredase el pundonor y la habilidad literaria, respectivamente, aunque probablemente sea mucho teorizar. En varias fuentes bibliográficas se cita como fecha de nacimiento el 12 de Agosto, debido a la discordancia del calendario ruso de la época.

Debido a la temprana muerte de su madre cuando contaba con apenas 11 años, fue criada por sus abuelos, siendo su abuelo Fadéef gobernador de Saratov, donde vivían muy holgadamente.

Con buena disposición para la música y una educación de alto nivel en el ámbito científico y literario, se la retrata como una niña que no era precisamente dócil y, según algunos conocidos, poseía grandes facultades mediúmnicas o de orden psíquico.

Además, pronto entró en contacto con el mundo esotérico, pues tenía acceso la biblioteca de su bisabuelo, iniciado en la masonería a finales del siglo XVIII.

Su situación social la llevó a contraer matrimonio, con sólo 17 años, con el General Nikífor Visílievich Blavatsky, gobernador de Ereván, 23 años mayor que ella, tomando su nombre de casada, Helena Petrovna (hija de Pedro) Blavatsky (lo correcto para el femenino hubiera sido Blavátskaya, pero ella no era convencional), por el que se la conocerá después.

Sin embargo, tras tres infelices meses, se escapó y acabó volviendo con su padre: los matrimonios concertados, tan al uso en la época, no iban con un carácter que se alejaba de los convencionalismos, como el de Helena.

Según ella misma, hacia 1851 y estando con su padre en Londres, encontró a su Maestro, Mahatma M. o Maestro Morya, que, apareciéndosele en visiones desde niña, siempre la guió para que aprendiese “a controlar y dirigir las fuerzas a las cuales se encontraba sometida en razón de su excepcional naturaleza”, y así comenzaron sus viajes: Canadá, Sudamérica, Tíbet, Egipto, Grecia, Turquía o la India, en busca del conocimiento de los Antiguos Maestros.

Su fructífero periplo duró más de 20 años teniendo contacto y aprendiendo de muchas de las fuentes esotéricas, ocultistas, filosóficas y teológicas de la época.

En 1871 trata de crear una sociedad esotérica en Egipto, pero se disolverá pronto. Así, en 1873 se marcha a Estados Unidos por orden de sus maestros y después a la finca de Eddy en Chittenden, donde el Coronel Olcott investigaba ciertos fenómenos. Dos años después, ambos fundarán la Sociedad Teosófica junto con otros catorce iniciados más.

Precisamente ese mismo año escribió su primera gran obra, “Isis sin velo”, sobre ciencias ocultas, el origen de la magia, las raíces del cristianismo y los fallos típicos de la teología cristiana.

Cuando, para 1878, Helena y Henry Olcott trasladaron la sede de la Sociedad a Adyar, en la India, entró en contacto con Sinnet que, gracias a ello, acabó escribiendo “El mundo oculto” y “Budismo esotérico”, y fueron ganando en difusión y seguidores, pero pronto las cosas se complicaron. Los Coulomb, miembros del grupo de Adyar, la acusaron de fraude.

La Sociedad para la Investigación Psíquica en Londres creó un comité ex profeso para investigarla que determinó acusar a Mme. Blavatsky “como una de las impostoras más grandes de la historia”.

Posteriormente, se demostró que las acusaciones no eran ciertas y que se basaban en unas cartas falsificadas por los propios Coulomb en las que Helena parecía comunicarse con sociedades que inventaban supuestos fenómenos paranormales, pero el daño ya estaba hecho y abandonó Adyar en 1885 para no volver jamás.

Refugiada en Alemania, comenzó a escribir “La doctrina secreta”, pero tras el varapalo de Adyar su salud se había resentido notablemente. Aún así y tras mudarse a Londres invitada por otros teósofos, terminó varios volúmenes.

El primero, dedicado a la formación del universo, dedicando también un espacio a las corrientes mitológicas y religiosas, con las que Blavatsky tuvo un cercano trato a través de sus viajes y su proceso de aprendizaje, y el segundo especialmente dedicado al género humano. Fue el trabajo de su vida, con más de 2000 citas de autores.

En 1888, creó la sección esotérica de la Sociedad Teosófica para un estudio más específico de la filosofía esotérica, dejándoles varios escritos y muriendo sólo tres años después.

Se dijo que, por sus constantes viajes, era imposible que llevase los 1400 libros que debería haber consultado sólo para escribir “Isis sin velo”. Ella afirmó que había llegado a aquellas citas guiada por sus maestros, con los que contactaba a veces mediante luz astral, otras mientras dormía y otras mediante cartas que ellos materializaban sobre el papel.

Estas declaraciones no ayudaron a mejorar la confianza depositada en ella, que diría: “Estoy acostumbrada a las injurias, me hallo en relación diaria con la calumnia y, ante la maledicencia, me sonrío con silencioso desdén”.

Probablemente, si hubiera nacido 250 años antes hubiera sido quemada en la hoguera por hereje, por bruja y, además, por mujer disidente. Sobre todo por esto último.

Afortunadamente, vivió en un tiempo complejo pero que empezaba a abrirse a realidades distintas. Por su fuerza en el camino recorrido y por no desistir en la búsqueda de la verdad, estemos más o menos de acuerdo con los métodos que eligió para reunir la información, podemos decir que estamos ante una de las mentes más complejas y quizá brillantes de la historia del esoterismo.

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