LEYENDAS

La leyenda urbana de la pelirroja

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SEVILLA 27.6.2020 / Jose Manuel García Bautista

Aquí nuestra siguiente leyenda urbana, “la mujer del pelo rojo”: “Esta historia ha sido contada de boca en boca por mi familia: dos niños llamados Gastón e Iván. Habían sido amigos desde que nacieron, y ya pasados los cumpleaños número trece de cada uno, decidieron pasar una noche cualquiera de invierno en el bosque que se situaba al norte de un pequeño pueblo, un pueblo llamado El Pueblo rojo.

-¿Te animas?- preguntó Iván.- ¿Te animas a pasar la noche ahí afuera?No se- respondió Gastón- Está muy oscuro y…, hace frio.

Luego de insistir un buen rato Iván logró que su mejor amigo, Gastón, reuniera valor y entrasen al Bosque Rojo para pasar la noche.

Así era como se llamaba el bosque. Y no se sabe exactamente porqué. Todas las historias empezaban diciendo que en cierta ocasión los ancestros de la gente que vivía en ese pueblo (por cierto no era un pueblo muy grande) se toparon con que todo el bosque estaba pintado de rojo, todas las hojitas, todas las ramitas del suelo, todas las plantas y los árboles estaban rojos. De ahí el nombre.

Pero lo curioso es que jamás se confirmó el significado de lo sucedido. Es aquí donde todas las historias parten hacia otro rumbo, unos dicen que fue un niño que comía tomates y que ha dejado todo manchado con su jugo, otros creen que lo confundieron todo con fuego, otros simplemente dicen que es mentira, pero otros confirman con su vida que era la sangre de unos jóvenes desaparecidos en el bosque hace mucho, mucho tiempo…

Volviendo al caso, Iván y Gastón ya se instalaron en su tienda de campaña en el corazón del bosque a tres kilómetros del pueblo. Eran ya las 19:30 y todavía había luz solar. Esperaban que se alejara rápida la tormenta que golpeaba fuertemente contra la tela de la tienda para poder salir a explorar por la noche el bosque. Pero la tormenta no cesó.

Eran ya las 3:12 de la madrugada y la tormenta empeoraba. Cada vez más fuerte. Cuando el agua comenzó a entrar dentro de la tienda, notaron increíblemente, que las estacas salieron disparadas al aire. No les quedó otro remedio que salir de la tienda para no salir volando con ella también.

El viento los arrastraba… Se pararon y la tienda de campaña salió disparada al aire hasta perderse de vista. La lluvia los aturdía con su increíble ruido. Irrazonablemente el sonido del diluvio empezó a tornarse más agudo. Hasta que se convirtió en un horrible grito de mujer, muy pero muy agudo…

Y la vieron: estaba levitando en el aire una mujer toda mojada con los brazos extendidos, un vestido largo de ceda blanca muy delgada. Pero lo mas extraño eran sus gritos y su… pelo, era lacio, estaba mojado y era…, rojo, si era rojo…

Iván se cayó al suelo del susto y del frío. De repente un fuerte viento lo levantó del suelo obligándolo a sujetarse de un árbol para no salir disparado como la tienda de campaña.

El viento cesó, también cesó la lluvia y la luz que despedía la mujer de cabellos rojos no estaba. Iván abrió los ojos y notó que todo estaba más oscuro de lo normal. Dirigió la mirada a la mujer, y vio lo más horroroso y melancólico que jamás había visto en su vida. Su mejor amigo de toda la vida estaba en brazos de ella. Él estaba muerto.

Se dio cuenta que la mujer le absorbía la sangre. Pero sólo lo hacia con los dedos, le apoyaba los dedos el la frente y le absorbía toda la sangre.
Luego su amigo se evaporó en el aire y la mujer levitó aún más alto entre los árboles y su cabello se alborotó y empezó a cubrir todo el bosque con sangre que escupía por el pelo de la cabeza. Y ella se fue. Y amaneció.
Iván se encontraba en la puerta de su casa frente al bosque con sus padres, eran las 8:04 de la mañana, la calle estaba llena de policías y bomberos y mucha gente que se acercaba de las casa para ver que ocurría…

Desde ese día se supo por que este pueblo se llama “Pueblo Rojo”, era cierto: por la sangre de un niño.

Iván recordaba cada invierno esa fecha, le fecha de la muerte de Gastón. Una muerte causada por su culpa, porque si no le hubiese insistido que entraran al bosque nada habría pasado. Recordaba su muerte, su sangre, la mujer. Recordaba las 3:12 de la madrugada cuando cada año volvía a sentir la sangre de su amigo rociándole la cara…”

Y es que los bosques, la soledad y dos amigos siempre ha dado mucho de si, sólo hemos de ver un clásico del cine para darnos cuenta de ello: “El proyecto de la bruja de Blair”, que pertenecen a este género de historias tan particular.

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