SEVILLA 13.10.2019 / Jose Manuel García Bautista
De la calle Bustos Tavera procesiona la Hermandad de -popularmente- “La Mortaja”.
En este misterio, como en el caso de la hermandad de Santa Marta se representa a Cristo muerto siendo preparado para su amortajamiento, contando con la presencia de un inmaculado manto blanco…
Una pieza de lino de varios metros que sería dos mil años después objeto de polémica bajo el nombre de Sábana Santa o Síndone.
Si se fija en su cortejo observará como su paso se abre entre las brumas creada por los incensarios, de ellos aparecen dieciocho ciriales entre el silencio y el “rachear” de las zapatillas de costaleros.
Esos ciriales dicen que representan al número de personas que estaban presentes durante el entierro de Cristo.
Fueron muchas las congregaciones que en tiempos lejanos, hace siglos, escondieron a sus titulares u otras sagradas imágenes en falsos tabiques, huecos, grutas o sótanos.
El tiempo se olvidaría de ellas para renacer el día de su “milagroso” hallazgo, así encontramos en nuestra iconografía popular el hallazgo de la Piedad de Santa Marina.
Fue hallada “milagrosamente” por un individuo que era perseguido y se escondió en la iglesia de Santa Marina, no había ningún lugar aparente para camuflarse de sus perseguidores cuando vio que podía hacerlo en un hueco.
Al acceder a él se encontró con una Piedad que causaba la admiración de cuantos la vieron, corría al año 1356.
Igualmente el hallazgo de Santa María del Soterráneo se halló en la cueva llamada de Hércules cercana a la parroquia de San Nicolás.
Sevilla sería conquistada por Fernando III saliendo a la luz la imagen que años antes había sido escondida allí mismo.
Santa María del Subterráneo despierta hoy grandes veneraciones y el igualmente entrañable recuerdo de su “milagrosa” reaparición a sus fieles.
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