SEVILLA 27.3.2021 / Jose Manuel García Bautista
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Otra imagen de particular dulzura y devoción la encontramos en el barrio de La Macarena, allí los hortelanos del Convento de San Basilio fundan en 1595 la hermandad de “La Macarena” –como se la conoce popularmente-, en 1670 se trasladan a su casa de siempre, San Gil, y posteriormente a su templo basílica donde se le puede visitar actualmente.
Se trata la imagen de la Esperanza de una talla anónima del siglo XVII sin una autoría definida pero que cualquier devoto le diría que está realizada por los mismísimos ángeles.
La Macarena arrastra tras de si una curiosa historia, en épocas pretéritas, a mediados de los años 30 del pasado siglo tenía esta hermandad su sede en la Anunciación, durante el recorrido oficial en su estación de penitencia del año 1937 quiso hacer una visita a los enfermos del cercano Hospital de las Cinco Llagas que a tantos enfermos y devotos contenía en su interior, una vez realizada la visita regresaba a su templo temporal en la referida sede para descanso ya de todos sus hermanos.
Al ser un recorrido largo se decidió que al año siguiente pernoctaría en el interior de la iglesia del Hospital para regresar el Domingo de Resurrección a su sede, hecho que se repitió hasta 1942 cuando se regresó a la Iglesia de San Gil.
La historia cuenta que la hermandad de la Macarena ya había realizado este peregrinar al centro sanitario a mediados del siglo XIX e incluso se habló de que la imagen había sido propiedad del Hospital hasta que se realizó un truque por un reloj de pared, el Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre daba aquella imagen a cambio de un reloj de pared pero en aquel acuerdo se afirmaba que si la imagen de la Esperanza Macarena volvía a su interior, traspasando sus puertas, volvería a ser propiedad de los regentes del Hospital, perdiendo la hermandad su querida imagen.
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Fueron momentos tensos y muchos los que temieron que si su querida Madre traspasaba aquellas puertas se las arrebataran de su templo e incluso se encontraban hermanos cerrados a la sinrazón de otros tiempos y otras leyes…
Cierta o no la Esperanza Macarena volvió al Hospital de las Cinco Llagas y lejos de quedar en su interior volvió a su templo cerca de la Muralla entre la gloria de un pueblo agradecido que veía como aquella cláusula había quedado invalidada.
La Macarena arrastra tras de si otra curiosa historia que nos habla de cómo en una de tantas “semanas santas” que ha vivido esta ciudad un hombre se encontraba en un serio estado de embriaguez, sus actos alcoholizados no eran controlados por aquel infeliz que había dejado su conciencia junto Baco…
Aquel hombre se encontraba próximo al palio de la Esperanza Macarena cuando alzó su vaso y lo arrojó contra la imagen ante el pábulo e ira de los presentes.
Años después tras la Macarena iba un nazareno, fuertemente atado con cadenas, descalzo y con grilletes en sus tobillos, aquel penitente desconsolado era aquel individuo que cegado por el alcohol atentó contra la imagen de su Virgen.
Así lo expresaba en el diario “La Andalucía” del 12 de Abril de 1892, en un artículo titulado “Recuerdo de Sevilla en Semana Santa” la periodista Carolina de Soto y Corro y rememorado desde las páginas del diario “ABC” de Sevilla por Juan Carrero Rodríguez en 1985.