SEVILLA 1.12.2019 / Jose Manuel García Bautista
Los cementerios son lugares solitarios que nos provocan muchas veces sentimientos enfrentados, por una parte sabemos que allí descansan las personas fallecidas y por otra tenemos que de allí emanen espectros y fantasmas…
Una de esas historias nos cuenta como en una ciudad española –que podría ser cualquiera- pasaba cierta noche un autobús de línea cuyo recorrido era por la zona.
Los pasajeros del mismo observaron desde su posición como en el cementerio se formaba una especie de nube evanescente que comenzaba a desplazarse hacia ellos…
La nube evanescente comenzó a tomar apariencia humana. Aquella forma adquirió la apariencia de una joven, una joven espectral que se manifestó a los ocupantes aterrados de aquel autobús… Cuando éste abandonó la zona aquella aparición de fue difuminando hasta desaparecer.
Seguimos por tierras de Argentina para comprobar como esta misma historia se repite:
“Cuentan los vecinos de Ciudadela, Provincia de Buenos Aires, que cierta noche un colectivo de la –por entonces línea 237 pasaba en su habitual recorrido por la Avenida Alvear.
Al llegar a la altura del Cementerio Israelita, uno de los pocos pasajeros que viajaban a esas horas, vio una nube blanca que provenía del camposanto y que se acercaba hacia el vehículo.
Cuanto más se aproximaba, se definían y perfilaban nítidamente sus rasgos de mujer. Durante un breve lapso, la extraña criatura acompañó el paso del transporte, flotando a la par, hasta que finalmente se desvaneció ni bien el colectivo abandonó la zona del cementerio”.
¿Qué vieron los ocupantes del autobús? ¿Fruto de una sugestión colectiva? ¿Un fantasma? ¿Una leyenda urbana?
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