Historia MISTERIO

La ciudad del Cosmos

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SEVILLA 4.1.20/Jose Manuel García Bautista

Y no es que esté en las estrellas pero si su construcción obedece a un patrón que muy bien podría estar inspirado por los propios dioses y en el Universo donde habitamos.

Esta ‘Ciudad del Cosmos’ la encontramos en México, en Teotihuacán, en plena altiplanicie donde se erigen unas colosales pirámides que desafían al tiempo y a los investigadores que han tratado de resolver sus misterios.

De ésta ciudad se creía que había sido construida por los antiguos aztecas, pueblo de gran esplendor cultural y mejor dotación para la observación del cosmos, pero la sorpresa surgió cuando se descubrió que la ciudad de Teotihuacán…

Había sido construida siglos antes por un pueblo del que se desconoce mucho y que sólo la edificó mirando a las estrellas sin saber la razón o el motivo al que obedecía tan magna y compleja construcción.

La ciudad de Teotihuacán ocupa una extensión de 24 kilómetros cuadrados, de entre todas sus construcciones destaca la pirámide del Sol, edificada hacia el siglo I d.C. y con unas medidas faraónicas, con 227 metros por 227 metros y unas altura de 67 metros.

La segunda edificación que destaca es la llamada pirámide de la Luna, con 15 metros por 200 metros y una altura de 48 metros.

La tercera edificación destacable es la pirámide de Quetzalcóalt, que antes de ser una pirámide fue un templo sobre el que se edificó la misma, en la actualidad aún se realizan en esta edificación trabajos arqueológicos y estudios pues se encuentra parcialmente excavado.

Su nombre proviene de la llamada ‘serpiente emplumada’ o Quetzalcóalt, inscrita en su fachada y que es una especie de unión entre lo terrenal y lo celestial.

En idioma náhuatl Teotihuacán quiere decir “morada de los dioses”, el náhuatl era el idioma de los aztecas y a ellos se les atribuyó su construcción, pero fue en estudios posteriores cuando se descubrió que eran muy anterior pues el pueblo azteca llegó al lugar en el siglo XIV y la ciudadela es del siglo I de nuestra Era.

El pueblo azteca fundó la ciudad de México, Tenochtitlán, siendo Teotihuacán mucho más antigua y al llegar este pueblo al lugar encontraron la ciudad abandonada, tomada ya por el tiempo y la naturaleza.

Los aztecas la descubrieron y la consideraron como un centro de culto. Sólo estaban las pirámides, los barrios residenciales habían quedado destruidos tras siglos de inactividad.

Los datos que se tienen de Teotihuacán son impresionantes. Debió albergar entre el siglo I y el VII d.C. a casi 200.000 habitantes, fue una de las ciudades más grandes de su tiempo, la sexta según los historiadores y su belleza asombraba a todo aquel que la visitaba.

De sus constructores poco se sabe, no se conoce con exactitud cuándo fue construida o cuando se abandonó ni las causas que lo originaron, seguramente la escasez de alimentos debido a las sequías que pudo asolar a la zona y que influía decisivamente en las cosechas y su rendimiento, máxime cuando había que alimentar a tantas personas.

Ello ocasionó un éxodo masivo a otras zonas más ricas en recursos. Aunque no sólo pudieron ser temas de alimentación sino también religiosos. A inicios del siglo VIII, en el año 700 o 701, pudo quedar definitivamente abandonada cuando fue atacado por tribus del norte.

Lo que sí se puede afirmar en torno a Teotihuacán es que su construcción fue cuidadosamente planificada, meticulosamente ideada por unos arquitectos que tenían unos conocimientos astronómicos más allá de lo pensado para su tiempo.

Esta no es una afirmación gratuita: los arquitectos de Teotihuacán realizaron la construcción de la ciudad y sus pirámides como una copia de lo que veían en el cielo.

El ingeniero Hugh Harleston, en la década de los 70 del pasado siglo XX, estudió cuidadosamente las medidas del conjunto monumental de Teotihuacán y las relaciones que guardaban las edificaciones entre sí.

Realizó diferentes cálculos y descubrió que representaban a la perfección las dimensiones orbitales entre Mercurio, Venus, La Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y planetas como Neptuno y Plutón.

Planetas que eran absolutamente desconocidos en el siglo I o el VII y que no fueron descubiertos hasta el año 1846 y 1930 respectivamente.

¿Cómo era posible? ¿Cómo un pueblo ‘primitivo’ del siglo I tenía tales conocimientos o sabía de la existencia de planetas que no serían descubiertos hasta casi dos milenios más tarde?

Teotihuacán, es un hecho demostrado, es una especie de maqueta arquitectónica del cielo, de nuestro Cosmos más cercano. Las construcciones que destacan son la pirámide del Sol, de la Luna y la de Quetzalcóatl.

Para la construcción de la pirámide del Sol se cree que se trabajó en ella por un espacio superior a los 30 años, utilizando la mano de obra de más de 3000 personas.

Destaca la avenida, de 3 kilómetros de longitud, que atraviesa de norte (exacto) a sur (exacto) la misma, es la llamada ‘Avenida de los Muertos’, a cuyos lados aparecen una serie de pirámides menores.

Teníaunos patios que se entendieron como tumbas de forma errónea pues los habitantes iniciales de Teotihuacán no enterraban a sus muertos sino que los incineraban.

Si es cierto que en esta singular avenida aparecieron múltiples esqueletos de guerreros pero que fueron un ‘añadido’ posterior de una cultura que ocupó dicho lugar con posterioridad.

Según el investigador Alfred Schlemmer los patios podrían haber sido unas especies de piscinas cuyo agua reflejaba las estrellas. Otros, más extremos, como Erich von Daniken, pensaba que era una especie de cosmódromo para extraterrestres y que los dioses inspiraron su construcción.

Teotihuacán es todo un símbolo que hace buena aquella sentencia de “así en la Tierra como en el cielo”.

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