SEVILLA 14.2.2020 / Jose Manuel García Bautista
Si hay una casa sobre la que pesa una “maldición” esa debe ser, sin dudas, la de Amityville, en Estados Unidos.
Está localizada en el número 112 de Ocean Avenue y en su interior se produjeron hechos que haría palidecer a cualquier guionista de terror de cine o televisión.
Se trata de una casa de tres plantas, seis habitaciones, salones y un amplio jardín con piscina y, como atractivo añadido, una salida a un embarcadero. El sueño de todo familia americana.
Pero estas excelencias inmobiliarias no la hicieron famosas precisamente sino haber sido, en 1974, la escena de un asesinato múltiple en el que el hijo mayor de la familia DeFeo acabó con la vida de padres y cuatro hermanos.
El sanguinario acto lo cometió con un rifle, a sangre fría, a “quemarropa” y la casa quedó impregnada -según los parapsicólogos- con tanto dolor y tanto odio, con tanta violencia y tanta desesperación…
Pero los hechos tuvieron su continuidad en diciembre de 1975 cuando la propiedad pasó a manos de la familia Lutz. Tan sólo 28 días más tarde tuvieron que abandonar la casa debido a los extraños sucesos ocurrían en su interior.
Extraños sueños, visiones, despertar a la hora de los crímenes o ver a una extraña presencia asustaba, de noche, a los niños.
En el número 112 de Ocean Avenue los amantes del misterio tienen una cita con una casa maldita: Amityville.
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