SEVILLA 26.10.2019 / Jose Manuel García Bautista
Las historias de campamento siempre son atractivas de escuchar si lo que buscamos es pasar miedo, el miedo en un estado de soledad.
Suele pasar cuando alrededor de la hoguera comienzan a fluir historias inquietantes…
La historia de la ouija siempre deja el regusto de lo amargo, de lo que pudo ser y no fue. Un grupo de chicos estaba de campamento y decidieron jugar a la ouija.
Ninguno decía creer en ello pero excitados comenzaron a preguntar al tablero y este a mover el master a una velocidad increíble…
En un momento dado el mensaje que dio la ouija fue: “os mataré uno a uno”. Aquello asustó a los chicos que sin más dejaron de jugar. Por la noche en la habitación de uno de ellos la luz no dejaba de encenderse y apagarse.
Al cabo de unos días, de camino al instituto observó a un hombre que lo seguía, vestía de negro y llevaba sombrero, aceleró el paso y aquel hombre también lo hizo hasta que lo alcanzó y le dijo al oído: “no juegues con fantasmas si no sabes lo que son”. Y su cara se transformó en una calavera terrible…
El chico salió corriendo despavorido. Al llegar al instituto observó que dos amigos no habían llegado, nadie sabía dónde estaban y se inquietó… Fue a casa de uno de ellos y encontró a la policía…
El joven se había ahorcado; se acercó a la casa del segundo y se enteró que había muerto de un infarto aquella noche, de miedo, pero había dejado una nota destinada a él. Le entregaron un sobre y al abrirlo sólo puedo leer: “el próximo serás tú”.
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