SEVILLA 15.12.2019 / Jose Manuel García Bautista
Llorar es el producto de los sentimientos del ser humano, se puede llorar de alegría, de tristeza, de rabia, por un impulso incontrolable.
Mil causas pueden provocar el llanto en el ser humano, quizás el mayor de los misterios sea el propio ser humano y su complejo mundo, pero hay circunstancias que se escapan al entendimiento y racionalidad siendo objeto de investigación por estudiosos y científicos.
En busca de explicaciones que no siempre llegan, una de esas extrañas experiencias inexplicables se trata de las personas que pueden llorar lágrimas de cristal.
No es un suceso desconocido y ya en los cuentos, leyendas y epopeyas se hablaban de las lágrimas de cristal; así en un viejo relato se habla de una bruja buena, una mujer joven llamada Aryuda debido a los sentimientos de envidia que despertaba su magia.
Debido a todo ello y al rechazo que estaba sufriendo decidió irse a la montaña, lejos de sus vecinos y otras brujas, allí en la soledad de tal paraje podría reflexionar y saber qué hacer.
Pero en la soledad de la montaña sus sentimientos afloraron y comenzó a llorar desconsoladamente, amargamente, en ese momento notó que sus lágrimas eran diferentes, eran brillantes, eran de cristal.
Aryuda lloró tanto aquel día que su cuerpo se fue cubriendo poco a poco hasta quedar convertida en una estatua de cristal.
Pero no todos pueden llorar lágrimas de cristal, es un fenómeno muy extraño para el cual no se tiene explicación, es un fenómeno que ha sido analizado por los científicos pues se tienen casos y personas que lo han padecido.
Casos recientes que llaman la atención pues por su imposibilidad parece casi una utopía que salga de relatos legendarios y se convierta en una realidad.
Hay casos concretos de personas que lloraron lágrimas de cristal, como es el caso de Hasnah Mohamed Meselmani, una niña que en 1996 tenía 12 años y que comenzó a quejarse de un fuerte dolor en un ojo, un dolor agudo y punzante, era “como si algo se le estuviera clavando en el ojo”.
Una vez que a la niña se la llevó al médico este observó que tenía lo que parecía un trozo de cristal en el ojo aunque no había ninguna herida, hecho que le pareció aún más asombroso pues un cristal en un ojo podría haberle ocasionado graves daños.
Una vez que le extrajeron aquel trozo de cristal la niña comenzó a quejarse de nuevo de un dolor en el ojo y el médico observó como éste estaba originado una nueva lágrima de cristal. Su perplejidad fue inenarrable.
Los médicos oculistas comenzaron a estudiar su caso con interés, jamás habían visto nada igual salvo en relatos legendarios y cuentos, pusieron un tratamiento de dos semanas a la niña pero no pudieron determinar cómo podía generar lágrimas de cristal.
Se mandó a analizar aquel residuo y se determinó que eran auténticas, que la había generado el ojo –pues se tenía testimonio directo de los médicos como ‘notarios’ del incidente-, y que estaban tan afiladas y tenía aristas que, incluso, podía rasgar una hoja de papel, pero pese a todo no dañaba el ojo de la niña aunque si le molestaba.
En la antigüedad, en viejos relatos, el hecho de llorar lágrimas de cristal era atribuido a los dioses –en los cultos paganos- y en la tradición cristiana comenzó a atribuirse como signo de santidad, un nuevo ‘don’ enviado por Dios para señalar a los elegidos.
También se ha atribuido el llorar lágrimas de cristal a personas que, posteriormente, se les ha atribuido poderes especiales y hasta curativos.
La niña, Hasnah, siguió llorando lágrimas de cristal, a diario sus ojos creaban el molesto aporte.
Profundizando en las experiencias de la joven ésta apuntó que por las noches, en su habitación, sentía como a la ventana llamaba alguien, ella se levantaba y veía como en ella se encontraba un hombre que vestía completamente de blanco y que ella llamó como ‘el caballero blanco’.
En sus conversaciones éste le dijo que se trataba de un enviado y que ella era la elegida por Dios y que aquellas increíbles lágrimas de cristal eran un prueba de ello, una prueba de la divinidad, una prueba de sus palabras.
La joven, inquieta, se atrevió a preguntar al ‘caballero blanco’ cuando dejaría de llorar lágrimas de cristal pero no le dio una respuesta, sólo le dijo que no debía temer nada pues “todo era voluntad de Dios”.
Aquella aparición luminosa se le manifestó en varias ocasiones más e, incluso, el hermano de Hasnah fue testigo de una de esas apariciones y de cómo su hermana conversaba con él, pero él no podía verlo, es como si fuera una vidente, una visionaria recibiendo un particular mensaje celestial.
El caso de Hasnah fue uno de esos que dejan perplejos a la Ciencia, surgió un problema más: en un país donde la religión musulmana es mayoritaria las connotaciones cristianas comenzaron a inquietar a las autoridades y, vía una importante cantidad de dinero, se silenció el tema para siempre.
Se calificó todo como una estafa, la familia no protestaría pues se tenía comprado su silencio, y los informes médicos se guardaron sin poder tener opción a ser consultado.
Se achacó al padre ser el inductor del fraude y quien colocaba las ‘lágrimas de cristal’ en los ojos de la niña con un móvil económico…
Lo que no pudieron es silenciar a los médicos que juraron ver como surgía la ‘lágrima de cristal’ de la niña o los análisis que le hicieron a las mismas.
Hoy día, en plano siglo XXI, Hasnah Mohamed Meselmani sigue llorando lágrimas de cristal.
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