MISTERIO

El tren “de la muerte”

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SEVILLA 17.10.2020 / Jose Manuel García Bautista

Una lluviosa y fría noche, la del 2 de mayo de 1944, se produjo uno de los mayores desastres ferroviarios conocidos hasta la fecha, no hubo pérdidas materiales pero si un innumerable y trágico balance de pérdidas humanas.

El tren número 8017 salía de la estación de Salerno (Italia) con la única carga de mercancías para la que estaba destinado, sin embargo, en un país de grandes necesidades y en crisis por la guerra eran muchos los que se aventuraban en viajar clandestina e ilegalmente como polizones en cualquier transporte sobre ruedas que pudiera llevarlos allá donde creían que tenían opción para llevar una vida mejor. El mercado negro y el hambre eran una buena opción y un buen motivo como para tratar de intentarlo, y aún más con una Italia liberada por los norteamericanos, en la sureña ciudad de Nápoles.

La zona de Potenza a casi un centenar de kilómetros de Palermo era rica en este tipo de aventureros dispuestos a casi todo además el viajar de polizones en trenes era el único medio de desplazarse de un lado a otro en una localidad en la que casi todos los transportes habían sido confiscados como vehículos militares. La policía militar solía hacer revisiones y descargar los vagones de polizones existiendo un punto en el que se sabía que especialmente se realizaban estos controles: era el cruce de Baattiplagia.

Pero había otros muchos puntos de subida clandestina y de esta forma el tren de la muerte llevaba ya pasado ese punto a varios cientos de “pasajeros”. En Éboli subió otro centenar más, eran las 19:10 h. y cada vez que había un aminoramiento de la marcha o una parada el 8017 se cargaba más y más contabilizándose al final casi 700 almas en el mismo. Esto parecía hacerse con el beneplácito de los maquinistas, que a veces eran “untados” por hacer la vista gorda, ya que en Romagnano se subieron a la delantera de la locomotora varios “viajeros” más. Sobre las 23:40 h. salió el tren de esta localidad montañosa para detenerse seis kilómetros más adelante en un apartado apeadero.

Por delante de la 8017 y en la misma vía se detuvo un tren con avería, los maquinistas liberaron presión de las calderas. Sobre las 00:15 h. se dio vía libre para proseguir viaje a la 8017 y el jefe de estación de Balvano dio la señal de marcha a la próxima parada distante en ocho kilómetros de aquel lugar. Pero el tren jamás llegó, debería de haber tardado unos veinte minutos pero habían transcurrido ya dos horas y quince minutos cuando el jefe de estación de Balvano decidió averiguar lo que había sucedido… A las 5:40 h. el guardafreno Giuseppe de Venuto llegaba a la estación diciendo entre sollozos: “¡Todos están muertos…!”

En este trágico incidente se contabilizaron 600 muertos. En España tuvo su análogo en la tragedia ferroviaria de El Bierzo.

Causas de la tragedia

El tren número 8017 constaba de cuarenta y siete vagones de los que veinte eran abiertos y sólo doce estaban cargados, el resto estaban destinados a la recogida de víveres y mercancías en el lugar de destino, esta circunstancia fue aprovechada por los muchos polizones que se subieron al tren y que conocían sobradamente los hábitos de carga del mismo. Ello hizo que fuera un tren normalmente cargado de polizones sin atender a los riesgos que ello conllevaba, no hubiera habido pérdidas humanas de no haber sido por estas razones.

Pero las causas de la tragedia no la debemos de encontrar solamente aquí, realmente fue un cúmulo de ellas como la carga humana ilegal y el carbón empleado como combustible en la locomotora que era de muy baja calidad debido a la reciente guerra por la que había atravesado Italia y Europa. Este carbón tenía la particularidad de tener una mala combustión y liberar una gran cantidad de monóxido de carbono, gas mortal que provoca la denominada “muerte dulce” ya que sume a su víctima en una especie de sueño placentero mientras que este lo respira hasta que la falta de oxígeno el exceso de monóxido de carbono provoca su muerte.

El tren había atravesado la sinuosa y siempre difícil región de Balvano – BellaMuero y entró en el largo túnel, en ese momento volvió a encontrar la 8017 a la averiada locomotora de kilómetros atrás, en ese punto del túnel las locomotoras perdieron la tracción de las ruedas y pese a echar marcha atrás y colocar arena sobre los raíles la locomotora no volvió a coger la tracción, solamente dejó a tres vagones fuera del mortal túnel. Entre tanto las locomotoras estaban expulsando la combustión del carbón en el interior perdiendo oxígeno y ganando rápidamente monóxido de carbono sumiendo a los ocupantes del tren lentamente en un profundo y fatal sueño… El resto el amigo lector se lo puede imaginar.

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Hubo algunos supervivientes, así Doménico Miele pudo salvar su vida a que sintiéndose mal, ahogado, decidió bajar y buscar la salida del túnel, cuando hubo respirado y, poco a poco, recuperado comprobó cómo su pelo estaba poblado de canas.

Luigi Coozzolino sintió que su hijo de 12 años había muerto, comprobó cómo realmente estaba sin vida por la inhalación del gas venenoso y busco, como pudo, la salida del túnel.

Francesco Imperato también pudo salvarse gracias a que alcanzó arrastrándose la salida, un familiar pereció en la tragedia.

Los ocupantes del tercer vagón no fallecieron pero si sufrieron los efectos narcóticos del gas. Entre ellos Roberto Masullo, jefe de Giuseppe de Venuto quién alertó de la tragedia a la estación de Balvano.

Al llegar la Cruz Roja al túnel comprobó la magnitud de la tragedia, los trenes plagados de cadáveres, todos con una expresión placentera en su rostro y algunas gotas de sangre muy brillante en su nariz, síntoma de la intoxicación por monóxido de carbono.

Se cavaron varias fosas comunes y poco se fueron enterrando los cadáveres de las víctimas de esta tragedia. Aún hoy en día se recuerda a los muertos de la 8017, ciudadanos napolitanos en una gran mayoría que encontraron la muerte en un túnel de Balvano.

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