Las agresiones terminaron coincidiendo con una grave enfermedad del primogénito, que ha sido sentenciado a ocho años de cárcel
Redacción: 06 noviembre 2021
Según El Hoy, siete años fue el tiempo que tuvo que soportar una menor las agresiones sexuales de su propio padre. Desde los siete hasta los 15 años de edad, en repetidas ocasiones, fue víctima de violaciones anales por su padre y abusos sexuales.
El agresor, que es residente legal en España, trabaja en la provincia de Cáceres en donde agredió a su hija.
Cuando ella tenía 15 años de edad, el padre comenzó a tener una enfermedad degenerativa que le llevó a sufrir problemas de movilidad, con deterioro cognitivo. Hace ocho años se le reconoció una incapacidad permanente absoluta.
La hija le denunció cuando ya era mayor de edad. El padre fue juzgado por la Audiencia Provincial de Cáceres en septiembre de año 2020, en plena pandemia, y antes de la vista oral el acusado ingresó en la cuenta de depósitos y consignaciones 6.000 euros a favor de su hija. Esto hizo que la condena bajara al tener que aplicar el tribunal la atenuante de reparación del daño. El 7 de septiembre de 2020, la Audiencia le condenó a cumplir una pena de ocho años, seis meses y un día de prisión. Además, le prohibía acercarse a su hija a menos de 500 metros o ponerse en contacto con ella durante 15 años, seis meses y un día. Se le imponía una medida de libertad vigilada de cinco años, y tenía que indemnizar a la víctima con 6.000 euros.
El condenado recurrió la sentencia a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Extremadura, que el 22 de diciembre de 2020 dictó sentencia desestimando el recurso.
Por segunda vez el padre recurrió la sentencia y ha sido ahora el Tribunal Supremo el que ha confirmado la condena de la Audiencia de Cáceres. No caben más recursos. La sentencia es firme.
La hija fue víctima de agresiones sexuales por su progenitor en la finca en la que trabajaba el padre y en su casa. En una ocasión la violó cuando la joven estaba duchándose, y otras en una despensa de la cocina que estaba separa del resto de la casa por un patio. Además, le ponía películas porno y abusaba sexualmente de ella.
La madre declaró que dos años antes de la denuncia, la hija le contó lo que estaba sufriendo y ella habló con el marido, que admitió los hechos. Un familiar también testificó que escuchó la conversación entre la hija y la madre y entre los dos esposos, escuchando también como el padre reconocía las agresiones.
Como consecuencia de los ataques de los que ha sido víctima, la joven sufre un severo síndrome de estrés postraumático, que afecta de forma importante a su actividad cotidiana, llegando a inducirle a varios intentos autolíticos, intentando hacerse daño físicamente.
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