Tecnología

El rechazo a la tecnología de reconocimiento facial llega a la música

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Una campaña pide la prohibición de los sistemas de reconocimiento facial en conciertos en EEUU

Hay una falta de regulación al respecto, puesto que ningún Estado ha limitado el uso del reconocimiento facial

El Salto, José Durán 15.92019.-

La promesa de mayor seguridad y eficiencia en la entrada a los grandes eventos musicales con la que las mayores empresas del negocio están justificando el uso de tecnología de reconocimiento facial en conciertos y festivales ha encontrado una china en el zapato, una honda enfrentada a un Goliat que puede hacer que el gigante se replantee sus posiciones.

El grupo activista estadounidense en defensa de los derechos digitales Fight for the Future lanzó una campaña que busca concienciar sobre los aspectos más negativos que conlleva el hecho de que los asistentes a conciertos y los propios músicos puedan ser identificados mediante el reconocimiento facial.

La iniciativa desmonta los argumentos utilizados por las grandes empresas, enumera los errores y advierte de los peligros que conlleva la implantación de esta tecnología de vigilancia.

“La vigilancia mediante reconocimiento facial es excepcionalmente peligrosa”, afirmó Evan Greer, subdirectora de Fight for the Future, en la presentación de la campaña.

“No mantiene a los fans ni a los artistas seguros, solo les somete a un control invasivo, basado en prejuicios raciales, que inevitablemente llevará a que los fans sean hostigados, arrestados bajo falsas acusaciones, deportados o cosas aún peores”, resumió Greer.

La campaña ha recibido el apoyo de músicos como Tom Morello, guitarrista de Rage Against the Machine, Audioslave y ahora enrolado en Prophets of Rage; la cantante Amanda Palmer; el dúo de música electrónica Thievery Corporation o el grupo de punk Downtown Boys.

El festival Summer Meltdown, que se celebra en una pequeña localidad montañosa en el estado de Washington, también ha anunciado su apoyo a la iniciativa.

El objetivo de la campaña es promover que Ticketmaster y su compañía madre Live Nation dejen de utilizar la tecnología de reconocimiento facial en los conciertos que organizan.

Ticketmaster pertenece a Live Nation Entertainment, el gigante mundial de la industria de los eventos en directo que opera en régimen casi monopolístico y presume de que cada 15 minutos se celebra un concierto suyo en algún lugar del mundo.

Ticketmaster se encarga del ticketing, mientras otras divisiones de la compañía llevan a cabo la organización, promoción y representación de artistas.

En 2018, Live Nation ganó más de 1.300 millones de dólares solo con el ticketing.

En abril de ese año, anunció que iba a “seguir invirtiendo en tecnología para diferenciar a Ticketmaster de otras compañías en el negocio del ticketing”.

La novedad era un acuerdo de colaboración e inversión con Blink Identity, una empresa “puntera en la tecnología de reconocimiento facial” de modo que, según Live Nation, se podrá asociar la entrada digital a un concierto con la foto de quien la compra “y solo tendrás que entrar al espectáculo”.

Con respecto a su trabajo en vigilancia en espectáculos musicales en directo, Blink Identity afirma que su portal de seguridad, basado en su software privativo experimentado por el uso militar, permite a la organización de un festival o de la sala de conciertos identificar hasta 60 personas por minuto, utilizando el registro de las llamadas huellas faciales.

El software de reconocimiento facial se ha desarrollado desde los años 60. La tecnología cartografía los rasgos faciales de una persona usando algoritmos matemáticos.

Una vez almacenadas, estas imágenes, las huellas faciales, pueden ser utilizadas por los cuerpos y fuerzas de seguridad para verificar la identidad de una persona.

Pero su fiabilidad está muy en entredicho: The Independent publicó en mayo de 2018 que el 98% de las alertas generadas por el software de reconocimiento facial empleado por la Policía Metropolitana de Londres eran falsos positivos.

El gobierno de China es uno de los más entusiastas con el empleo de la tecnología de vigilancia.

Se cifra en unos 176 millones el número cámaras de vigilancia facial instaladas ya en el país, uno de los pioneros en la aplicación de la identificación facial en espacios como las salas de conciertos y los andenes de metro.

Para la Electronic Frontier Foundation (EFF), una organización sin ánimo de lucro que defiende las libertades civiles en el mundo digital, el uso de las huellas faciales por parte de los cuerpos de seguridad estadounidenses acarrea dos problemas: la permanente presencia en bases de datos que no se borran y que han sido tomadas sin consentimiento de las personas fotografiadas o grabadas por un sistema de circuito cerrado de televisión (CCTV); y la falta de regulación al respecto, puesto que ningún Estado ha limitado el uso que las fuerzas de seguridad pueden hacer del reconocimiento facial.

La EFF también considera que la tecnología de reconocimiento facial no es muy precisa identificando a personas racializadas, especialmente las de piel más oscura, “lo que puede llevar a arrestos desproporcionados de minorías”.

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