SEVILLA 3.9.2019 / Jose Manuel García Bautista
Su hallazgo se debe al arqueólogo Auguste Mariette, fundador del Museo Egipcio de El Cairo, quién realizaría unas excavaciones en Tebas, la capital del Bajo Egipto.
Hoy Luxor, Tebas era una ciudad de esplendor, junto al río Nilo y a 70 kilómetros de El Cairo; cerca de Tebas se encuentra el Valle de los Reyes, sin dudas un entorno monumental.
Mariette comenzó las excavaciones en Dendera, a otros 70 kilómetros de Tebas.
Allí encontró numerosas criptas y lápidas que el arqueólogo se encargó de dibujar detalladamente.
En la década de los 30 del siglo pasado, Emile Chassinet se encargaría de fotografiarlas, hecho afortunado pues en los treinta años siguiente serían robadas casi todas las piedras quedando solo las de una estancia que nos muestra las legendarias –pero reales- lámparas de Dendera.
Dendera era una ciudad de culto, contenía un gran número de galerías subterráneas bajo el primer templo, un templo que data del siglo XV a.C.
El interés de Dendera se debe a la misteriosa escena en la que se muestra a unos sacerdotes que parecen portar aparatos complejos y más propios de épocas modernas que del tiempo en el que se realizó el grabado.
Esto no tendría ninguna relevancia si no fuera por qué en 1879 se crea una lámpara capaz de emitir rayos X.
Aquellas lámparas guardaban gran similitud con el “tubo de Crookes”… Y así muchos comienzan a plantear hipótesis sobre el uso de lámparas en el Antiguo Egipto.
La Egiptología nos dice que tan solo se representa a una flor de loto de gran tamaño, los más heterodoxos hablan de un cable que “alimentaría” a la lámpara.
Así los expertos no se ponen de acuerdo en torno a lo que son los misteriosos grabados de Dendera y la función que tenían.
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