MISTERIO

El misterio de la nanotecnología en la antigüedad

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SEVILLA 31.5.2020 / Jose Manuel García Bautista

En el año 1991, prospectores de metales preciosos e investigación científica y geológica de la Universidad de Moscú encontraron algo que haría tambalearse todos los pilares científicos que conocían…

Eran pequeños objetos, metálicos, muchos como si fueran muelles, en forma de espiral, y cuyos tamaños iban de 3 centímetros a 3/1000 de milímetros… Aquellos objetos eran fascinantes pero su edad decían a los científicos que eran imposibles…

Con posterioridad se encontraron muchos más de estos objetos, sobre todo en la zona de los Urales y a las orillas de los ríos de la región en estratos sedimentarios cuya edad se cifra en el Pleistoceno superior, en el interior de rocas o en el subsuelo…

Objetos de cobre

Fue tal la curiosidad que despertaron los mismos que fueron estudiados, oficialmente, por la Academia de las Ciencias de Syktyvka, en Moscú y San Petesburgo, al que también se les unió el Instituto Científico de Helsinki, en Finlandia.

Los mayores objetos son de cobre, y los más pequeños están fabricados en tungsteno o molibdeno. Se calcula que para poder trabajar estos materiales se precisaban de hornos de 2600 ºC, aparte de las lentes de aumento y herramientas precisas para trabajar a escala tan reducida… Y surge una pregunta más: ¿para que se fabricaron? ¿Para dotar de movimiento o sujetas que partes de otras máquinas?

Su edad geológica se cifra entre 20000 y 300000 años. Tras el estudio realizado por los científicos el Instituto de Moscú publicó un informe que decía:

“Los datos obtenidos permiten pensar en la posibilidad de una tecnología de origen no terrestre”. (Nº. 18/485, 29/11/1996).

El ZNIGRI

Tras la muerte en el año 1999 del Dr. Johannes Fiebag, investigador cabecera del hallazgo en colaboración con la “Ancient Astronaut Society”, el caso dejó de investigarse.

“El ZNIGRI (Laboratorios del Instituto de Investigación Geológica de metales nobles de Moscú) analizó las extrañas piezas y descubrió que eran espirales diminutas, no superando los 3 centímetros de largo y las más pequeña era de 0,003 milímetros, algunas de cobra y otras de una mezcla de Molibdeno y Volframio”.

En 1995, el investigador Valerie Uvarov, en compañía de la geóloga Elena Vatveyeva, el investigador ruso visitó los lugares donde se encontraron las nanoespirales, las orillas de los ríos Koshim, Balbanju y Narada y sus afluentes Vtvistvy y Lapkhevozh, y se dirigió hacia donde se encontraron las anteriores piezas, la capa que cubría a los objetos se estimó en 100.000 años y se encontraron nuevas nano espirales.

De su estudio se reportó: “Nanoespirales, de 3 centímetros de largo y 80 micras de grosor, de cobre puro y estructura artificial. Espirales son regulares y perfectas que es imposible que sean naturales”.

El 29 de Noviembre de 1996, los estudiosos rusos publicaron el siguiente informe procedente de la institución moscovita:

“El limo que se incorporó en las espirales se caracteriza por ser un depósito de escombros de grava y piedras redondeadas del tercer nivel, creado por la erosión de las capas de la acumulación de sedimentos y poligénica. La datación de estos yacimientos se remonta a hace 100.000 años (Pleistoceno superior). […] Las nuevas formaciones cristalinas, que están presentes en la superficie de estos agregados tungsteno puro muestran filamentos de características inusuales en los depósitos aluviales del Pleistoceno superior. La edad de estos sedimentos y las condiciones en las que se realizaron el análisis se excluyen casi totalmente la hipótesis de que la formación de cristales de tungsteno está conectado con el lanzamiento de cohetes desde la cercana estación espacial a Pleseck”.

Para los especialistas aquellos fragmentos podían ser solenoides. Bobinas de alambre enrollado, en forma de cilindro alargado que al transportar una corriente eléctrica se asemeja a un imán de modo que un núcleo móvil es atraído a la bobina cuando fluye una corriente. Los elementos descubiertos en los Urales eran piezas de una tecnología de vanguardia que no podía pertenecer de ninguna manera al ser humano, concretamente al hombre de Neandertal.

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