Historia MISTERIO

El fraude de la Gran Pirámide

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SEVILLA 8.8.2020 / Jose Manuel García Bautista

Fue en el año 1835 cuando en el cálido El Cairo hace acto de presencia un coronel británico, destacado en la India, llamado Richard Howard Vyse. Su máximo afán era dar notoriedad al apellido familiar y centró sus esfuerzos en “desvelar” los secretos de la Gran Pirámide, sin duda una buena forma de lograr su objetivo.

En Giza también se encontraba el italiano Giovanni Battista Caviglia, capitán de navío, que estaba vivamente interesado en aquel colosal monumento. Caviglia se había encargado de que se limpiara todo el camino –de escombros y excrementos de murciélago- del pasaje que descubrió en 1765 Nathaniel Davidson que iba hasta la Cámara de Descarga. Igualmente el Pozo. Vyse estaba atento a lo que desarrollaba aquel trabajador italiano y un día se presentó ante él y le ofreció su financiación si se presentaban ante los medios compartiendo los descubrimientos…

El capataz de Caviglia

Pero Caviglia, temperamental, rechazó la propuesta de aquel inglés con más ganas de protagonismo que de investigar. Caviglia además era un arqueólogo sumamente meticuloso, cuidadoso, era un ejemplo para otros arqueólogos.

El mismo William M. Flinders Petrie, uno de los mejores investigadores de la Gran Pirámide, en 1880, buscó al capataz de Caviglia, Ali Gabri, para que dirigiese los trabajos que iba a realizar, era un ejemplo.

El coronel Vyse no se rendía y seguía intentado pasar a la Historia, así obtiene un permiso para trabajar en la meseta de Giza y con un presupuesto de 10.000 libras se encaminó hacia el lugar en busca de sus sueños y deseos… Contrató a Caviglia pero Vyse se desesperaba con la lentitud del italiano que era muy meticuloso.

Las peleas entre el inglés y el italiano eran constantes y Vyse decide prescindir de Caviglia y contratar al ingeniero John Perring, uno de los métodos preferidos de esta singular pareja de “arqueólogos” era el uso de pólvora en sus excavaciones, sin dudas bastante alejado de los cuidadosos métodos de Caviglia. A ellos se debe que la Esfinge tenga “Heridas” de pólvora en el hombro y en el lomo…

Cámara de Descarga

Pero miraron a la Gran Pirámide y centraron la búsqueda en su interior, su búsqueda y el uso de la pólvora que “les aligeraba el trabajo”… Caviglia había observado que sobre la Cámara de Descargar podría haber otras cámaras, así que Vyse, haciendo suya esa teoría, decidió usar la pólvora y probar suerte en la búsqueda de otras cámaras en el interior de la Gran Pirámide nunca antes descubiertas.

Un trabajador de malos hábitos, llamado Daued, fue el encargado de la voladura, tras una resonante explosión en el monumento y una nube de polvo un agujero surgió ante sus ojos… Así pasaron a otra estancia que estaba igualmente cerrada y la pólvora volvió a entrar en acción, así hasta una quinta Cámara de Descarga y descubriendo todas estas estancias sobre las que acertadamente teorizó Caviglia.

En estas cámaras no se halló nada, eran estancias con una función arquitectónica no ornamental, pero Vyse tenía un as en la manga y presentó el hallazgo de las cámaras halladas junto a unos jeroglíficos que decía haber encontrado pintados en la pared.

El experto en escritura jeroglífica del Museo Británico, Samuel Birch, y dictaminó que pertenecía uno de ellos al faraón Keops que era el que determinaba la Historia que había mandado construir el monumento y que desde tiempos de Herodoto tenía dicha autoría, aquella parecía la prueba definitiva que desvelaba el misterio del constructor de la Gran Pirámide.

Vyse se podía dar por satisfecho, su sueño de gloria y popularidad lo había logrado, y con el éxito en el bolsillo decidió que ya había pasado demasiado tiempo al sol de El Cairo y regresó a Inglaterra llevándose algunos “recuerdos” de su estancia en el país de los Faraones.

Pero la desgracia se alió con Vyse y su barco naufragó en las costas de Cartagena y con el barco un importante botín arqueológico entre los que se encontraban el sarcófago de Micerinos… No obstante el coronel Vyse, por los méritos contraídos fue ascendido a General del Ejército Británico… Hoy día hubiera sido degradado a soldado raso.

Pero centrémonos en los jeroglíficos descubiertos por Vyse y que comenzaron a sembrar de dudas su autoría. A Caviglia, avezado experto, le fue prohibido el paso a las cámaras descubiertas así como al capataz de la excavación; los ingenieros Mash y Perring si entraron en las estancias, de hecho Perring lo refleja en su obra “Las Pirámides de Giza a la luz de su exploración verdadera y las medidas tomadas allí mismo”, destaca las líneas rojas de albañil pero no en los jeroglíficos –que debían destacar- que apunta que fueron hallados “posteriormente”… ¿Posteriormente? ¿Reparan en unas líneas de albañil y no en unos jeroglíficos? Extraño.

Una vez que se realiza la voladura Vyse impide el paso de cualquier persona a la estancia siendo él mismo y su acompañante, J.R. Hill. En la obra de Vyse “Operaciones llevadas a cabo en la Pirámide de Gizeh” (1837) el coronel agradece públicamente a Hill su ayuda, posteriormente Hill sería el propietario repentino del Hotel El Cairo… se cree que como agradecimiento a su fidelidad…

Fue entonces cuando surgió el rumor de que los cartuchos y jeroglíficos hallados en la Gran Pirámide eran contemporáneos, es decir: lo habían pintado ellos mismos.

Analizando más detenidamente los jeroglíficos comienzan las dudas, Samuel Birch se quedó estupefacto ante el descubrimiento. No había una sola indicación del constructor de la pirámide en todo el edificio y ¿se iban a molestar en dejar ese vestigio en una cámara cerrada por toda la eternidad?

En el cartucho Birch reconoció el nombre de Khufú (Keops) pero también de dio cuenta de elementos extraños en los cartuchos y jeroglíficos que le hacían dudar. Los signos grabados no se correspondían con los del Imperio Antiguo sino encajaban mejor con el demótico, más tardío. Otros signos eran desconocidos y otros estaban pintados al ¡revés! Aquello parecía una burda falsificación sacada de un manual lleno de incorrecciones.

Igualmente apareció un cartucho con el nombre de Khnum-khuf, un faraón inexistente que se cree podría hacer referencia lejana a Keops…

Es el último trabajo del autor en: “Egipto Misterioso”.

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