SEVILLA 12.7.2020 / Jose Manuel García Bautista
Los científicos descubrieron recientemente que los “inmigrantes celestes” provienen en realidad a finales de la Vía Láctea. La creencia desde hace mucho tiempo que somos ciudadanos de la Vía Láctea parece haber sido desmentido con el descubrimiento de la galaxia enana de Sagitario en 1994 por Rodrigo Ibata, Mike Irwin y Gerry Gilmore.
Nos han llegado estudios y una voluminosa cantidad de datos del telescopio infrarrojo de dos Micron All Sky Survey (2MASS) por investigadores de la Universidad de Massachusetts en los cuales se reveló que la galaxia enana de Sagitario, nuestra galaxia, se encuentra en medio de la celebración de un proceso que comenzó a millones de años atrás – un proceso de integrarse en la galaxia de 10.000 veces más grande de la Vía Láctea -.
Este proceso explica por qué la Vía Láctea siempre parece estar inclinada hacia un lado en el cielo nocturno en lugar de la eclíptica, y por qué parece que hay una profundidad oscura en el centro de la misma.
La órbita de la galaxia enana de Sagitario y la Vía Láctea, además de a un grado mucho menor, el bamboleo de la tierra causado por su giro a lo largo de su eje coincide con la inmersión por encima y por debajo del centro de esa profundidad oscura, que también se conoce como Ecuador Galáctico.
Ahora, ¿cómo se relaciona esto con la profecía maya?, que con razón se preguntan. Bueno, vamos a empezar desde el principio. Los fundamentos del calendario maya y la cartografía del cielo eran “prestados” de la civilización olmeca, que comenzó su observación de las estrellas alrededor de 680 a.C.
Los mayas extrapolaron y refinaron el sistema de los olmecas en los aspectos más mundanos de la existencia, tales como placas de cultivo, el nombramiento de un dios del sol, etc… Con el tiempo crearon sus propios calendarios y prestó especial atención al movimiento de las estrellas y los planetas que se desplazaban a través de “nuestro cielo”.
Uno de sus calendarios más popular fue llamado el Tzolkin. El Tzolkin se compone de dieciocho días 20 meses (uinales), donde cada uno de los veinte días que se concede un significado simbólico (una versión más complicada de la astrología moderna). Los dieciocho meses totales de hasta 360 días, lo que se conoce como un año Tun. La suma de veinte de estos Tuns es de 19 años, ocho meses y 15 días, o un Katun.
A Baktun por su parte, es igual a veinte katunes, o años 394 y cuatro meses. Ahora, trece baktunes te da un Gran Ciclo, o días 1.872.000, que es de aproximadamente 5.125 años, el equivalente de un Gran Ciclo Maya.
Desde el folklore maya establece que el universo fue creado el 11 de agosto, 3114BC, es lógico pensar que el final del ciclo va a pasar exactamente 1872000 días más tarde, a las 11:11 GMT, 21 de diciembre de 2012, ya pasado –evidentemente- pero que evoca el miedo que se tuvo a un hipotético “Fin del Mundo”.
Entonces, ¿cómo los mayas calcularon que 5.125 años es igual a la conclusión un Gran Ciclo? Es la oscilación de estrellas en el cielo. El movimiento de las estrellas en el cielo nocturno suele ir acompañado de oscilaciones en el movimiento que se corresponde con los solsticios tanto de la tierra y el sol.
Las oscilaciones son causadas por un reajuste menor de nuestro planeta a lo largo de su eje, como las fuerzas gravitatorias y el fenómeno recién descubierto de la energía oscura ejerce su influencia en la tierra. Un simple cálculo revela que nuestro movimiento y el del Sol, en relación con el Ecuador Galáctico, verá la intersección de la trayectoria del Sol a través de nuestro horizonte (la elíptica) y el Ecuador Galáctico. Esta intersección sólo puede ocurrir cada 5.125 años (y los mayas no tenían ni siquiera una calculadora científica para ayudar).
Para ser justos, los mayas no profetizaron qué es exactamente lo que sucederá a la galaxia, lo que se conoce como el Árbol Sagrado, entonces. Podría ser una simple pantalla de la aurora boreal, podría ser un período de renacimiento o, al ver que los mayas consideran al sol como una representación de su Dios, Kukulkna, también podría implicar (como muchos parecen estar a favor de) un la extinción catastrófica de eventos de nivel.
No fueron pocos los que se estrujaron las neuronas tratando de establecer la relación entre la llegada Elenin en Septiembre-Octubre de 2011 y el Armagedón Maya que profetizó en Diciembre de 2012…., y no pasó nada. Igualmente decir que nuestro calendario gregoriano heredó una serie de defectos en los mismos.
La más obvia sería la de los días que faltan todos los siglos, debido al redondeo de cifras de 365 días, 5 horas, 48 minutos, 45,25 segundos en 3651 / 4 días en el calendario juliano que se utilizaba antes de que el gregoriano, que por el siglo 16, vio a la “desaparición” de 14 días. Además, el Papa Gregorio, quién autorizó la conversión del calendario juliano en 1582, cambió el calendario de 11 días, que vio el salto del calendario de 4 de marzo 1582 al 15 de marzo al día siguiente.
Además, el nuevo calendario sigue perdiendo 30 segundos en el ciclo solar anual. Añadir al hecho de que el calendario juliano que fue adoptado por ¿quién más?, de Julio César en el siglo VIII dio un salto de 67 días para que se sincronice con el ciclo solar, y después de su muerte, hubo confusiones con la metodología implicada, con la más perjudiciales que los tres años los años bisiestos (en lugar de la ahora común de cuatro).
Recalcular el Gran Ciclo en su totalidad contra el calendario moderno, teniendo en cuenta las faltas y los ajustes incorporados en ella se ponen de manifiesto que la fecha profetizó sería de hecho el 28 de Octubre de 2011…, a pocas semanas de su perihelio proyectado Elenin…
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