Este jueves y con una diferencia de dos escasas horas, se conocían dos nuevos capítulos de violencia machista
OPINIÓN- PABLO BORREGO 11/06/2021
La tarde-noche de este jueves quedará marcada en la retina de todos por un tiempo. A eso de las ocho y media saltaba la noticia del hallazgo de un cuerpo en el lugar donde buscaban a Anna y Olivia, de uno y seis años. No es cuantificable qué parte de todo generó más rabia, si la edad de las niñas, el móvil del padre para llevarlo a cabo o que no se cumpliera ninguna de las hipótesis optimistas que hablaban de que éste se había fugado con ellas.
Pero a lo que era ya un negro atardecer, le quedaba otra estocada. Y es que a eso de las diez de la noche, la Guardia Civil confirmaba el asesinato de Rocío Caíz, de sólo diecisiete años y madre de un bebé de cuatro meses, a manos de su ex pareja. Tres víctimas conocidas en una misma tarde, todas ellas menores de edad y fruto de la violencia más macabra.
Una sociedad está enferma cuando lo más normal es ponerse en lo peor en cuanto salen a la palestra este tipo de casos. O quizás no tanto el problema sea ponerse en lo peor, sino que esto se cumpla. Y es que no había ningún ser racional que diera más chance a las teorías esperanzadoras, aquellas de que sólo eran desapariciones, que a las que no lo eran tanto. Y más cuando se conocen antecedentes como los de los dos individuos implicados en ambas. Individuos por llamarles algo.
Cuando sabes que Tomás Gimeno llegó a apalear a la actual pareja de su ex mujer sólo por pasar tiempo con sus hijas o que Rocío Caíz dejó de vivir con el padre de su bebé por malos tratos, sólo queda desear que al menos el proceso haya sido rápido y lo menos doloroso posible.
Y ahora volverá a pasar lo de siempre. Medios de comunicación recreándose morbosamente en cómo fueron las muertes, debate sobre si hay machismo o no y muchos de los que nos gobiernan aprovechando la tesitura para dar un discurso que les haga ganar unos cuantos votos.
En una convivencia que se complica por el constante odio que nos rodea, urge hablar del tema. Pero urge hacerlo sin pasar por un prisma político que te haga odiar a todos los hombres de la faz de la tierra o a todas las mujeres que claman por la necesidad del feminismo. Habrá quien lo dude.
También urge saber por qué las víctimas no denunciaron. Aunque quizás es fácil saberlo viendo un telediario completo, cuando al principio del mismo salta la noticia del fatídico final de las niñas y diez minutos después nos muestran a `El Cigala´ saliendo de los juzgados después de declarar por supuestos malos tratos y entre risas y en tono jocoso suelta que “las mujeres denuncian porque sólo quieren dinero”.
Y claro, este compendio de detalles, de, ojo, sólo un día de telediario al azar, va haciendo arraigar en la sociedad una imagen de que denunciar sólo vale para que la persona denunciada salga del juzgado a carcajadas. Mientras tanto, un padre ha sido capaz de sobreponer el amor hacia sus hijas por el odio a su ex pareja y otro deja sin madre a su bebé de cuatro años.
