Historia MISTERIO

Derinkuyu, la ciudad perdida

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SEVILLA 16.2.2020 / Jose Manuel García Bautista

La Arqueología del siglo XXI se afana en buscar las ciudades perdidas, aquellas de las que nos hablan las leyendas y que pudieran ser algo más que un bonito cuento, que pudieran ser una realidad más allá de la ficción, o exageración, de la tradición oral o lo impreso.

Toda leyenda contiene el germen de la verdad y se ha demostrado que en relatos legendarios había mucho de realidad, como el caso de Troya, Tartesos, Santorini y muchos otros. La más famosa de todas las ciudades perdidas, sin dudas, es Petra, la llamada ‘ciudad secreta de los nabateos’, pero hay otras que no le van a la zaga en espectacularidad y belleza.

A unos 30 kilómetros al sur de Nevsehir, en Turquía, se encuentra un lugar fascinante, está oculto de la mirada de curiosos pues su realidad se encuentra bajo tierra.

Es una ciudad hallada por casualidad, fue en el año 1963 cuando Ömer Demir observó que una de sus gallinas caía en una especie de grieta, cavó un agujero y encontró una especie de galería que se perdía.

Llamado por la curiosidad cogió unas cuerdas y una lámpara y bajó al interior encontrando unas escaleras, al final de la misma un corredor, nicho y otras formas que habían sido realizadas sobre la roca, esculpiéndola, tallándola.

En aquella improvisada, y primera, exploración de las galerías perdidas encontró algunas vías que estaban obstruidas, sin dudas por que el paso del tiempo también ha hecho su trabajo. Ömar entendió que aquello era algo más, que debía ser parte de una especie de aldea subterránea. La complejidad y laboriosidad eran tremendas pero hubo más sorpresas.

Se comenzó el trabajo de ‘liberar’ pasillos y galerías, lo que se creía que podía ser una aldea se acabó convirtiendo en toda una ciudad que no sólo constaba de una planta sino que tenía varias más profundizando poco a poco. La ciudad de Derinkuyu estaba mostrando su extraordinaria naturaleza.

Los expertos pensaron que debía tratarse de una especie de refugio subterráneo provisional o similar, pero a medida que iban descubriendo la ciudad descubrían las enormes proporciones que esta tenía y que su propósito no era el inicialmente planteado.

En Derinkuyu se pudieron encontrar desde vivienda normales a comercios o bodegas, salas de reunión que podrían ser el equivalente a plazas e incluso zonas dedicadas a la educación o una iglesia, o santuario, de 65 metros de largo además de espacios para tener animales. La extensión completa de esta ciudad es de más de 4 km2. El número de plantas descubiertas se eleva a 13 pero se piensa que aún podrían haber muchas más por descubrir, la última está a 85 metros de profundidad causando admiración la obra de ingeniería realizada para hacer posible esta increíble ciudad.

Las cifras siguen siendo de altura: la ciudad pudo haber albergado a más de 20.000 personas que tenían a Derinkuyu como un lugar habitual, fijo, de residencia. Todo en ella hace indicar que así fue dada la disposición de galerías de ventilación, almacenes, niveles, estructura e incluso esta ciudad pudo haber sido, dada su particularidad subterránea, una especie de fortaleza.

Se sospechaba que si en la zona habían podido localizar a Derinkuyu, en Capadocia (una región de Turquía) debía haber alguna ciudad más y así comenzó una laboriosa búsqueda que concluyó, hasta el momento, con la localización de 30 ciudades más., que se conozca pues cabe la posibilidad que aún se encuentren perdidas algunas más.

Las tres principales ciudades de la zona son Derinkuyu, Kaymakli y Özkonak, no obstante hay otras ciudades en el mundo que también tuvieron su ‘hábitat’ bajo tierra.

Por el templo o iglesia hallada en Derinkuyu se cree que sus habitantes podrían haber profesado la fe cristiana y que la piscina del recinto era una especie de pila bautismal. Además hay otros espacios religiosos dentro de esta ciudad, tal vez los ciudadanos, huyendo de las persecuciones religiosas decidieron vivir bajo tierra fuera de la vista de aquellos más intolerantes.

Las ciudades halladas se creen que podrían tener una antigüedad de más de tres milenios, ubicándola en la época de la cultura Frigia pero no se sabe quienes fueron sus arquitectos, si hititas, frigios u otro pueblo de la zona. Pero ni hititas ni frigios profesaban la fe cristiana y eso es un punto de fricción a la hora de localizar a un posible origen, aunque la construcción de éstas pudieron ser posterior y explicar de forma acertada su naturaleza.

Las ciudades adolecen de un problema vital: si se taponaba  o incendiaba los canales de ventilación se condenaba a la población que la habitaba. Ese pudo ser uno de los motivos que pudo ocasionar que se fueran abandonando.

Las ciudades perdidas de esta zona de Turquía han estado ocultas por muchos años, tal vez siglos, ya que se cegaron sus pasadizos, galerías y accesos, con escombros, rocas y todo aquello que pudo servir para ocultarla. Tras abandonar las mismas se comenzó, posiblemente, la edificación de una nueva ciudad, no obstante las ciudades perdidas tenían una parte de su actividad que se desarrollaba sobre tierra firme, como el pastoreo o ciertas labores agrícolas.

Son aún muchas las preguntas por responder en torno a Derinkuyu y las ciudades subterráneas, el enorme esfuerzo que debió suponer su construcción –así como el de las otras- fue enorme y no se sabe bien el propósito del mismo siendo, a fecha de hoy, todo un misterio por resolver.

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