SEVILLA 19.10.2020 / Jose Manuel García Bautista
No, no es una nueva enfermedad, tranquilos, se trata de algo relacionado con los juegos de azar como, por ejemplo, la lotería. La “fiebre” tiene que ver con los apostantes que se dejan llevar por corazonadas o por falsas concepciones matemáticas que te pueden hacer perder millones.
Un reportaje de la BBC se recuerda cómo hace unos años, en Italia, se produjo la llamada ‘fiebre del 53’. Ocurrió entre los jugadores del Gioco del Lotto, un juego de azar que se juega por ciudades, y en el que hay que apostar por números entre el 1 y 90.
En el año 2003, los jugadores de Venecia se dieron cuenta de que el 53 llevaba mucho tiempo sin salir. Muchos jugadores llegaron a la conclusión de que por pura estadística, tendría que salir antes o después, por lo que las apuestas por el 53 se multiplicaron. Y se equivocaron.
El 53 no volvió a salir hasta febrero de 2005, tras ausentarse durante 182 sorteos. Mucha gente perdió mucho dinero por la fiebre del 53 y se habla incluso de suicidios. Se estima que se apostaron hasta 4.000 millones de euros por el 53 durante todo ese tiempo, millones que cayeron en saco roto.
Este fenómeno se llama ‘falacia del jugador’, y no sólo afecta a juegos de azar, sino que también a decisiones financieras e incluso a circunstancias deportivas como el lanzamiento de penaltis.
La BBC pone el siguiente ejemplo: lanzamos una moneda al aire diez veces y en todas ellas sale cruz. Podemos tender a que la siguiente que lancemos será cara, por pura estadística, pero no es así. La probabilidad de que salga cara será del 50% siempre, da igual que antes haya salido diez veces cruz. O 10.000 veces.
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Esta falacia del jugador se llama también ‘falacia de Montecarlo’, debido a que en uno de sus casinos, en el año 1913, una de las mesas de ruleta registró 26 ‘negros’ seguidos.
Esta falacia llega también a la economía. Muchos inversores o corredores de Bolsa toman decisiones pensando que los precios tienden a igualarse, pero no es así: las rachas pueden durar más… o no.
Un estudio reciente de China revela que, curiosamente, las personas que más incurren en esta falacia tienen un coeficiente intelectual superior a los que no. Se puede explicar así: las personas que son más inteligente tienen más fe en los patrones y creen tener mayor capacidad para predecir cosas. Pero como hemos comprobado, la probabilidad es del 50%.