SEVILLA 3.4.2021 / Jose Manuel García Bautista
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Cruzado el año 1936 se celebra el solemne besamanos de la Esperanza de Triana en la “catedral” de Santa Ana, la Guerra Civil hizo que la imagen de Nuestra Señora de la Esperanza fuera guardada en casa de José Percio.
Con un gran disimulo, por un cofrade conocido por “Canito”, al señor de las Tres Caídas había que buscarle una salida que lo hiciera alejarse de las llamas republicanas y así se ideó un plan en el que sacar al Santísimo Cristo de las Tres Caídas del lugar envuelto entre sacos, patatas y carbón para ocultarla de los grupos revolucionarios.
Sería escondido en el hueco de una escalera del domicilio particular del entonces Hermano Mayor de la Hermandad, Francisco Gordillo, en la calle Betis, salió en un desvencijado carro propiedad de José Medina.
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Uno de sus familiares más directos, Francisca Medina de los Santos, comentaba que su padre que llevaba el carro, su abuelo, su padrino y Francisco Gordillo se juramentaron promesa de que el primero de los tres que falleciera sería envuelto con la misma sábana que cubrió al Cristo en su traslado
Fue Francisco Gordillo el que primero de ellos muere y al que le cabe el honor de ser amortajado en la misma. José Medina, debido a la edad, ya no podía acompañar al Señor de las Tres Caídas en la Estación de Penitencia y lo esperaba siempre en el Altozano para rezar, una y otra vez:
“Señor, gracias por el honor con que me premiaste. Pocos hombres pueden decir como yo que, un día cualquiera, di un paseo en mi carro con el Hijo de Dios”.