Redacción, 6 Noviembre.- Las nueve personas que se encontraban el bar Tocadiscos de Zaragoza la noche en la que se produjo el conocido como el crimen de los tirantes declararon en la mañana de ayer en la Audiencia Provincial de Zaragoza.
Todos han sido repetidamente preguntados, tanto por la defensa como las acusaciones, por los dos elementos clave que decidirán el destino del Rodrigo Lanza.
El primero: el supuesto cuchillo con que, según el acusado, Víctor Laínez se acercó a él y por lo que Lanza alega defensa propia.
Y el segundo: el supuesto objeto contundente con el que Rodrigo Lanza, según las acusaciones, habría asestado un golpe mortal por la espalda a Laínez, y por lo que se le pide una condena por asesinato.
Ni uno ni otro fueron hallados por la Policía en el lugar de los hechos.
Sólo un testigo que acompañaba a Lanza aquella noche, ha asegurado que vio a Víctor Laínez empuñando el arma.
Las dos chicas que también los acompañaban han declarado que no vieron ningún cuchillo o navaja.
Aunque sí escucharon al primero advertir a Lanza de que Laínez llevaba un arma cuando ellas ya se encontraban en la puerta de salida
El otro punto clave en el que se ha insistido a los testigos es si Lanza utilizó algo para golpear a Víctor Laínez.
Todos han testificado que no le vieron ningún objeto en la mano.
El dueño del bar ha asegurado que vio cómo Lanza se acercaba a Víctor Laínez.
Lo trató de alertar, escenificando el momento a petición del abogado de la defensa, con el propio letrado haciendo el papel de Víctor Laínez.
Este testigo ha contado también cómo, una vez Laínez en el suelo, Lanza siguió dándole patadas en la cabeza.
Una vez Lanza abandonó el local, el dueño del local trató de auxiliar a Laínez junto a los jóvenes que había en el local.
Uno de estos jóvenes que asistió a Laínez mientras llegaba la ambulancia, ha sido contundente y gráfico al respecto del estado en que quedó la víctima después de la agresión.
Algo en lo que coinciden numerosos testigos, entre ellos el propio gerente del local.
Por ello, el uso de algún objeto contundente, pese a no haberse hallado, no está descartado.