MISTERIO

Conversación con un muerto

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SEVILLA 28.6.2020 / Jose Manuel García Bautista

Las casas antiguas, solariegas, victorianas, de estilo, son siempre lugares acogedores para aquellas almas en pena castigadas a vagar por toda la eternidad entre sus cuatro paredes, son una particular cárcel etérea. Y en una de estas casas tiene lugar nuestra siguiente historia, una casa muy especial.

Narrada en primera persona, como las buenas historias inmortales de éste género y con una pretensión muy particular: “Nos da miedo lo que no vemos porque es entre las sombras donde se esconden nuestras peores pesadillas… ¿Apagamos la luz? Nos acabábamos de mudar a una casa muy vieja, con varios siglos de historia. A mi madre le encantaban las casas antiguas, “cuanto más viejas mejor” decía porque así podía pasar más tiempo reformándolas. Yo no tengo sus mismos gustos y esa noche estaba muerta de miedo…

Las persianas no hacían más que golpear contra los cristales haciendo un ruido como si alguien arañase el cristal, como si alguien al otro lado queriendo entrar. “Venga duerme, duerme”, me repetía todo el tiempo, pero no había manera… ¿Por qué estas casas viejas tienen que ser tan oscuras? Me daba miedo estar sin ninguna luz así que alargué la mano para encender la lámpara de la mesilla, pero no funcionó. Le volví a dar al botón pero nada, ¡menuda noche para que fundiera la bombilla! Me levanté de la cama decidida a dormir con la luz del cuarto encendida. Como no me conocía bien la habitación me puse a recorrer el dormitorio con una mano en la pared. Cuando llevaba unos pasos, choqué contra algo. Lo toqué con miedo y descubrí que ¡era un chico! Me quedé paralizada por el miedo. Él se aprovechó de que estaba así y se acercó a mí. Sus dedos fríos me pusieron la piel de gallina cuando y me apartó el pelo para susurrarme al oído: “Esta casa es mía, ¡sal de aquí si no quieres que te pase lo mismo que a mi!”. No necesité que me dijera nada más. Salí corriendo al salón, ahí estaba mi madre muerta de miedo…

“¿Tú también lo has visto?”, le pregunté. Ella asintió mirándome a los ojos. Al día siguiente nos fuimos de esa casa. Unos meses más tarde, haciendo un trabajo de historia, encontré una foto de mi antigua casa junto a una noticia que decía: “Aparece un joven muerto en extrañas circunstancias”.

En la foto aparecía un chico con cara triste. Me quedé mirándole un rato… Nunca podré olvidar su cara, la cara del fantasma que me habló aquella noche”.

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