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Cadáveres quemados en Sevilla

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Según el Diario de Sevilla, la tarde del 4 de octubre, una persona que rebuscaba entre la basura acumulada en un pequeño vertedero situado entre el Estadio de la Cartuja y los campos de golf y rugby que hay hacia el norte de la isla descubrió un cadáver carbonizado

Redacción: 21/10/2021

El cuerpo estaba completamente quemado y era imposible de identificar. No había nada que pudiera ayudar a ello. Ni documentación ni un teléfono móvil ni un vehículo en las inmediaciones. Sólo se intuía (luego se confirmaría en la autopsia) que el cadáver pertenecía a un varón adulto. Quedaba la ardua tarea de identificarlo. Primero intentando extraer alguna muestra de ADN para introducirla en las bases de datos de las Fuerzas de Seguridad. Y si no fuera posible, recurriendo al análisis dental o a otras técnicas forenses.

Todo apunta a que el cuerpo había sido arrojado o depositado en aquella zona. El homicidio, si es que se trataba de un crimen, no había ocurrido allí. Los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional se enfrentan a una investigación compleja, que se antoja larga, que sólo podrá avanzar a partir de la identificación del cuerpo y de la investigación del entorno del difunto. Es lo que llaman en el argot policial un cadáver descontextualizado, es decir, los investigadores tienen ante sí una víctima, que no saben quién es, y un escenario del que no pueden recoger huellas ni vestigios porque el crimen no se produjo allí.

Son los casos más laboriosos de investigar, porque se parte prácticamente de cero. Por el momento, lo poco que pueden hacer es buscar testigos, gente que merodee por esa zona y que viera algo, un coche o alguna persona, que le resultara sospechosa. O que simplemente pasara por allí la tarde del 4 de octubre. Y revisar de nuevo las denuncias por desaparición recientes, para tratar de averiguar si alguna de las personas que están en paradero desconocido encajaría con este cuerpo.

El Grupo de Homicidios, en el Parque Amate.
El Grupo de Homicidios, en el Parque Amate. / JUAN CARLOS MUÑOZ

Este tipo de casos no son habituales, pero la Policía de Sevilla tiene ya experiencia en algunos similares. El Grupo de Homicidios ha esclarecido varias muertes violentas en los últimos años a partir de cuerpos que aparecieron quemados en parajes aislados, en los que no había testigos ni cámaras de videovigilancia cercanas. Uno de los casos más complejos fue el del gestor de cuentas Joaquín G. B., de 63 años, que apareció muerto en el interior de su coche en llamas en un descampado de Alcalá de Guadaíra la noche del 6 de julio de 2016. La familia había denunciado días antes su desaparición, por lo que, unido a los datos del coche, se pudo identificar con rapidez.

Eso fue clave para que la investigación llegara a buen puerto. Centrándose en el entorno laboral de la víctima, los agentes dieron con el propietario de un taller de motos de Su Eminencia, Félix José A. P., que reclamaba una deuda al muerto, y dos amigos de éste. Los investigadores averiguaron que el gestor había sido secuestrado y llevado al domicilio del presunto asesino, en Palmete, donde lo torturaron hasta la muerte para intentar cobrarse la deuda. Intentaron extraer dinero de la cuenta del gestor en varias ocasiones, pero no lo lograron, primero porque éste le dio un pin incorrecto, y después porque la cuenta no tenía fondos. La víctima murió tras sufrir numerosos golpes y asfixiarse con su propio monedero. Luego trasladaron el cadáver hasta el maletero del coche del gestor, lo llevaron al descampado en el que apareció, rociaron el vehículo con gasolina y luego le prendieron fuego. El principal acusado sería condenado después a 22 años por asesinato.

Descampado próximo a la Olavide, donde apareció un cuerpo quemado en junio de 2018.
Descampado próximo a la Olavide, donde apareció un cuerpo quemado en junio de 2018. / JOSÉ ÁNGEL GARCÍA

Otra investigación laboriosa fue la del crimen del antiguo bar Los Gallos, en Los Pajaritos. El 24 de septiembre de 2016, los Bomberos acudieron a una llamada por un fuego en el local sin uso de la calle Candelería, que en su día fue la sede de uno de los establecimientos más conocidos del barrio y que llevaba años convertido en refugio de indigentes y toxicómanos. Una vez extinguidas las llamas, los bomberos descubrieron el cadáver parcialmente quemado de un hombre de 54 años, tumbado entre los restos de unas mantas. La autopsia reveló que el hombre había muerto por asfixia y que el cadáver presentaba una serie de heridas que indicaban. Junto al cuerpo había unas herramientas que podrían haber sido utilizadas para la tortura, como unas tijeras, una cizalla, un martillo, un cuchillo jamonero y unos alicates.

Homicidios investigó el entorno de la víctima, natural de Osuna y que tenía un hermano. A través de él supo que el hombre había mantenido una disputa con una mujer que le había vendido unos fármacos y se había sentido estafada. Tanto el fallecido como esta mujer eran toxicómanos y tenían antecedentes. La víctima le había suministrado a la mujer una serie de medicamentos, como tranquilizantes y ansiolíticos, con los que ella solía colocarse. Pero no tuvieron el efecto deseado y consideró que había sido engañada. Por ello, lo convenció diciéndole que iban a jugar a un juego y lo ató a una silla, donde lo torturó hasta la muerte. Tres días después, le metió fuego al local para intentar deshacerse del cuerpo.

No demasiado lejos de allí, en el Parque Amate, apareció muerta, el 27 de julio de 2017, una mujer cuyo cuerpo estaba parcialmente carbonizado. El cadáver pudo ser identificado el mismo día del hallazgo. Era una mujer de 39 años conocida por ejercer la prostitución. Estaba desnuda y con medio cuerpo quemado. La investigación llevó hasta un hombre con antecedentes por delitos sexuales, Miguel Ángel F. D., que de hecho se encontraba en prisión por una violación cometida en otro parque de la ciudad, el del Tamarguillo, en Sevilla Este, ese mismo verano. Se le pudo también acusar de este crimen y fue condenado a 14 años de cárcel por el homicidio y una agresión sexual en grado de tentativa. Por la otra violación sumó otros doce años de condena.

El caso de Palmas Altas.
El caso de Palmas Altas. / JUAN CARLOS VÁZQUEZ

En otra ocasión, el autor del homicidio intentó camuflar el crimen y hacerlo pasar por una muerte accidental en el incendio de una vivienda. Aquí sin embargo no se trataba de un cadáver en un escenario ajeno. Ocurrió en un piso de la avenida de la Cruz Roja, donde la mujer recibía a las personas con las que pactaba encuentros sexuales. La víctima se ofrecía a través de internet. El presunto asesino la estranguló con una toalla y le prendió fuego al colchón en el que la mujer yacía. Luego le robó la tarjeta de crédito y la utilizó en varios bares. El caso está pendiente de juicio todavía.

Además de estos casos, ha habido otros en los que la Policía se ha encontrado con cadáveres carbonizados, pero que no fueron homicidios sino suicidios. Así sucedió en un coche en llamas en el aparcamiento de Palmas Altas, en agosto de 2017, o en un descampado próximo a la Universidad Pablo de Olavide, en junio de 2018. Las investigaciones permitieron confirmar que ambos se habían quitado la vida. Otro cuerpo quemado apareció el 6 de febrero de 2015 en un edificio en obras abandonado de Sevilla Este. Fue una muerte accidental, pues la víctima era un indigente que solía hacer fuego para calentarse durante las frías noches de invierno.

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