Coronavirus MEDICINA

Bulo: la vacuna de AstraZeneca no se hace con restos de tejido fetal

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SEVILLA 20.11.2020 / Jose Manuel García Bautista

Hay que denunciar y desmentir los bulos por el daño que le hacen a la información, al buen periodismo y a la ciudadanía.

Las vacunas no se elaboran con tejidos fetales de abortos, como sostienen varios mensajes de las redes sociales referidos al preparado de AstraZeneca, sino que en algunos casos emplean células creadas en laboratorio con un origen humano remoto.

En los últimos días distintas publicaciones de Facebook y Twitter destacan la presencia de tejidos de un feto humano entre los componentes de la citada vacuna contra la covid-19.

Algún usuario de Facebook llega a acusar a los responsables del desarrollo de vacunas de financiar los abortos con el resultado de un “negocio redondo”.

Los expertos en vacunología niegan con rotundidad que estos medicamentos puedan llevar tejidos de fetos humanos extraídos de un aborto y precisan, en cambio, que se usan cultivos de células obtenidos en laboratorio cuyo origen humano se encuentra en los años 60 en Suecia y el Reino Unido.

En el caso concreto de la vacuna de AstraZeneca contra la covid-19 se ha utilizado adenovirus de chimpancé que se ha probado en líneas celulares humanas, que no forman parte de los ingredientes.

Sin embargo, varios de los mensajes reproducidos en las redes sociales afirman que este fármaco lleva en sus ingredientes “tejido pulmonar” de un “feto” de “varón caucásico” de “14 semanas” que habría sido objeto de un aborto, según suelen destacar en mayúsculas.

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Montaje

Para acreditar esa aseveración, estos textos suelen ir acompañados de un montaje de varias fotografías que malinterpreta algunos datos correctos y los mezcla con otros erróneos.

En ese mosaico de imágenes hay una instantánea de una caja original del medicamento de AstraZeneca, de la que se destaca que se trata de una solución para ser inyectada con el adenovirus recombinante ChAdOx1.

Según explica en inglés una captura de pantalla de plataforma de preimpresiones científicas Research Square, ese adenovirus se ha utilizado “en líneas celulares humanas MRC-5 y A549”.

En una tercera imagen se muestra una definición del MRC-5 -traducida del inglés a partir de las sugerencias de un buscador de internet-, en la que se puede leer que se trata de “una línea de cultivo de células” desarrollada “a partir del tejido pulmonar de un feto varón caucásico” de “14 semanas” tras la interrupción del embarazo.

La fuente de esa definición es la Wikipedia.

Sobre el conjunto del montaje, destacado en letras amarillas, se resume de forma falsa: “ChAdOx1 = MRC5 = Tejido de fetos”.

Líneas


Los científicos que elaboran las vacunas no trabajan con el material genético original, sino que utilizan líneas celulares creadas por medio de cultivos, copias y desarrollos de las células extraídas de tejidos humanos mucho tiempo después de su obtención.

El Comité Asesor de Vacunas (CAV) de la Asociación Española de Pediatría (AEP), en el artículo “Vacunas, ‘células de fetos abortados’ y otras teorías irracionales”, publicado en su web el 18 de junio de este año, niega “rotundamente” que se usen células de abortos para elaborar los preparados de antígenos.

“Actualmente se usan dos tipos de líneas celulares (fibroblastos) de origen humano en la producción de vacunas virales”, explica el CAV.

La primera se llama WI-38, abreviatura que significa que es la línea celular número 38 del Instituto Wilstar (Wilstar Institute), de Filadelfia, Estados Unidos.

La otra es la número 5 del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido (Medical Research Council, MRC), por lo que se denomina MRC-5.

Esta última es la citada por las publicaciones engañosas de las redes sociales.

La WI-38 tiene su origen en el tejido pulmonar extraído de un feto por el Instituto Karolinska de Estocolmo, tras el aborto voluntario de una mujer en Suecia en 1962.

El Karolinska envió las muestras al Instituto Wilstar, donde se desarrollaron las líneas celulares.

La MRC-5 fue creada en 1966 a partir de ese aborto de “varón caucásico” de “14 semanas” al que se refieren los mensajes citados.

Chadox 01


Con el mismo “rotundamente no” responde a EFE Jaime Pérez, miembro de la junta directiva de la Asociación Española de Vacunología (AEV), a la pregunta de si una vacuna puede llevar tejidos de fetos humanos.

En lo que se refiere al fármaco que elabora AstraZeneca contra la covid-19, Pérez indica que se basa en un adenovirus de chimpancé y no contiene líneas celulares de origen humano, como también informa la base de datos de estudios clínicos ClinicalTrials.gov, integrada en la red de publicaciones de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.

De hecho, ChAdOx1 es la abreviatura de Adenovirus de Chimpancé Oxford 1 (Chimpanzee Adenovirus Oxford 1, en inglés), según explica la empresa de biotecnología que lo ha patentado, Vaccitech, vinculada a la Universidad de Oxford, que desarrolla junto a AstraZeneca esta vacuna.

Pérez cree que la confusión de conceptos que lleva a algunos internautas a identificar falsamente el ChAdOx1 con el MRC-5 proviene de la referencia al uso de esta línea celular en la preparación del medicamento descrita en Research Square.

Lo que ocurrió en realidad, según expone, es que el adenovirus de chimpancé “se inoculó en las líneas celulares humanas MRC-5 y A549” con el fin de probar sus resultados, sin que después estas hayan sido integradas como componentes de la vacuna.

El uso de las vacunas con líneas celulares derivadas de tejidos de abortos ha sido cuestionado por representantes de la Iglesia Católica.

Sin embargo, la Academia Pontificia para la Vida estableció el 9 de julio de 2005 en una declaración pública “la legalidad de utilizar” estos preparados si no hay una alternativa, “en la medida necesaria para evitar un riesgo grave” para el conjunto de la población, aunque mantiene sus reparos a los “problemas morales” que supone su producción.

Estos principios han sido reafirmados en varias ocasiones.

Así, en marzo de 2019, esta academia vaticana señalaba que los católicos pueden tener la “conciencia tranquila” porque “el uso de tales vacunas no significa ningún tipo de cooperación con el aborto voluntario”.

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