SEVILLA 19.9.2019 / Jose Manuel García Bautista
Derrotado don Rodrigo comienza una batalla interna por el poder en las tierras conquistadas…
Los hijos de Witiza se prestan a pagar la ayuda de aquellos árabes, sorprendidos, quizás, por el despliegue realizado de efectivos; igualmente el pago es una invitación a abandonar las tierras conquistadas tan audaz como ferozmente.
Don Julián ha acabado su acuerdo con los hijos de Tarik y se dispone a regresar a Tánger, a Tingis.
El obispo don Oppas se presta a disponer todo lo necesario para coronar a su sobrino –hijo de Witiza- como soberano.
Eran los planes de aquellos que se creían victoriosos, sin embargo Tarik desvela los motivos reales de tal despliegue: no piensan retirarse de las tierras conquistadas.
No se trataba de una ayuda mercenaria árabe sino de una conquista; no iban a sustituir un rey godo por otro godo.
Tarik, ya como emir, divide sus tropas, envía a Mughit a conquistar Córdoba; a Zaide a conquistar Málaga y la suya que marcha a Toledo.
Mientras Muza permanecía en Marruecos y al enterarse de las decisiones de Tarik se presenta en España con otro contingente armado que encamina su marcha a Mérida y el reino de Lusitania.
Sevilla queda como una isla donde inicialmente se refugian los supervivientes de la batalla de Barbate, pero había otros planes para ella…
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